Escribir en silencio, al amanecer, mientras mis hijos duermen. Escribir para escucharme mejor, o tal vez sólo para escucharme un poco. Para contar o para sentir. Para compartir. Para denunciar. O para explicar. Sobrepasada y algo abrumada por tanto mensaje, tanta llamada, tanto comentario: todo a un ritmo feroz imposible de elaborar. Mientras siento con claridad que necesito silencio me vienen a la cabeza dos mujeres muy diferentes entre sí, a las que, sin embargo, tengo siempre muy presentes.

Sara Maitland

Una de ellas es Sara Maitland. Escritora británica, feminista militante y católica, decidió un buen día explorar de forma personal el silencio. Se largó a una isla desierta del norte de Escocia  y allí pasó seis semanas aislada del mundo. Tanto le fascinó lo que experimentó y sintió que decidió continuar la investigación durante ¡diez años más! En una borda en medio del campo se dedicó a explorar su vivencia del silencio, incluso sus alucinaciones auditivas, su progresiva transformación y su gozo. Mientras lo hacía además leyó e investigó en todo tipo de libros y narraciones sobre el silencio.  Intentaba entender como nos afecta el silencio, como cambia nuestra percepción y también nuestra relación con la naturaleza. Desde los primeros eremitas cristianos hasta los navegantes solitarios que enloquecieron dando la vuelta al mundo pasando por todo tipo de viajeros, místicos, etc. Maitland recopiló su investigación y contó su experiencia en un libro único que recomiendo: Viaje al silencio. Lo leí muy despacio hace ya algún tiempo. Leerlo me transformó: entre otras cosas me volví mucho más consciente de cómo me estresa el ruido y de cuanto necesito el silencio. No fui la única, es uno de esos libros que gracias al boca a boca y a reseñas como ésta de Muñoz Molina tendrá una larga vida.

María Moliner

La otra mujer es María Moliner, a la que en cierto modo «conocí» gracias a su magnífica biografía: El exilio interior. La vida de María Moliner, escrita por Inmaculada de la Fuente. Otro libro que recomiendo.

Me admira profundamente como hizo María Moliner su Diccionario de uso del español.  Castigada por la dictadura por haberse atrevido a trabajar por la enseñanza y la educación públicas durante la república, y  sometida al ostracismo por delitos tales como haber llevado libros a pueblos pequeños abriendo bibliotecas para los más humildes. María Moliner optó por seguir construyendo, investigando con minuciosidad y determinación desde el salón de su casa y mientras criaba a sus cuatros hijos. Creó una obra magistral, imprescindible.

Pienso mucho en ella, en su amor por la lengua y por la educación. Me pregunto cómo se sentiría tras la derrota, de donde sacaría esa fuerza y esa determinación, esa entrega en medio de la tristeza para trabajar tanto y tan bien sin esperar otra cosa que el bienestar íntimo del trabajo bien hecho. Qué rico tuvo que ser su silencio. Qué tardío el reconocimiento.

Cuando pienso en María Moliner siento mucho agradecimiento y emoción.

Moliner y Maitland, dos mujeres que de alguna manera me ayudan a encontrar mi voz en el silencio. ¡Gracias!

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12 comentarios en “Escribir en silencio”

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  3. Ibone yo también necesito el silencio tanto como el aire, antes era el de las noches y las madrugadas pero desde que tengo niños y me quedo dormida rendida, muchas veces a su lado; mi silencio, mi ratito es el del amanecer junto a un te caliente y tus palabras o las de otras blogueras que, como tu me van enseñando, haciendo reflexionar y, sobre todo, me acompañan en esta época de mi vida. Gracias por tus palabras y por las recomendaciones.

  4. Gracias, Ibone, por las referencias bibliográficas. Para mí el silencio es imprescindible y entiendo muy bien a Maitland, por lo que cuentas.

  5. Muchas gracias por el texto. Me quedo con ‘Escribir para escucharme mejor, o tal vez sólo para escucharme un poco. Para contar o para sentir. ‘ porque cada mañana me siento así mientras bebo algo y amanece.

  6. Suelo vivir en silencio, escribo en silencio y leo en silencio, aunque me encante hablar. Nunca he podido escuchar música o la radio mientras trabajo y siempre me ha sorprendido que a los demás les sorprenda que la música me interrumpa los pensamientos. De nuevo: otra interesante reflexión. Buscaré el libro de Sara Maitland. Gracias por la recomendación.

  7. Recuerdo una vez que estuve dos días sin hablar con nadie, sin escuchar mi voz, y recuerdo que llegué a preguntarme cuánto tiempo tiene que pasar antes de que una persona se vuelva «loca» por culpa del silencio no escogido…
    Gracias por las recomendaciones. Apuntadas quedan.

  8. desde mi silencio matutino…esos diez min que le robo a la rutina de despertar peques y prepararme para el trabajo…..desde ese silencio te leo hoy cafe en mano…..y me emocionas….gracias por llenar mis silencios de papabras escritas ……tan necesarias……tan inspiradoras….y ahora…..a correr!

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