Por una infancia y una adolescencia libres de pornografía
Imagínate una sustancia química con un altísimo poder adictivo. Una droga que al tomarla produce excitación sexual intensa y ganas de llevar a cabo las más abominables fantasías sexuales: violar a mujeres, sodomizar a niñas, penetrar a mujeres o niñas o bebés por todos sus orificios en grupo y jaleado por otros varones. Una droga que hace que ya no puedas tener un orgasmo sin pensar en violaciones grupales y orgías varias. Imagínate que esa droga se distribuye gratuitamente y sin ningún tipo de control, que cualquier menor de edad puede acceder a ella en cualquier momento, en cualquier lugar. Si, incluso con cinco años, gratis e ilimitadamente. Esa droga existe y es la pornografía. Como dice mi admirada Amelia Tiganus: “la pornografía es el marketing de la prostitución”. Claro, así se entiende que cada vez sean más jóvenes los chavales que van en grupo a explotar a una mujer pagando una miseria por violarla. Ya lo explicó hace tiempo Gabriel Núñez Hervás en aquel valiente (¡gracias!) artículo titulado El Porno Feroz. Ahora ya vemos …