Me ha gustado muchísimo Maixabel, la película de Iciar Bollaín que recrea los encuentros que se dieron entre víctimas de ETA y sus asesinos presos en el contexto del programa de justicia restaurativa que se desarrolló en la cárcel de Nanclares de Oca en 2011. Como digo me ha encantado, y ojalá vaya a verla todo el mundo a los cines, y luego tenga un recorrido larguísimo en institutos, asociaciones de barrio, encuentros, congresos, video fórums y cualquier lugar donde se junten personas a hablar de como lograr un futuro mejor tras tanta violencia. Hace años vi la excelente obra de teatro “La mirada del otro” y el documental Zubiak que también giran en torno al mismo proceso de justicia restaurativa, tan importante y que tan abruptamente finalizó.
Cada una tiene su perspectiva, y más allá de temas como el fin de la violencia etarra o el sufrimiento de las víctimas, yo he visto, sobre todo, en Maixabel una película de madres y sobre madres. La maternidad atraviesa toda la película: Maixabel es madre, su hija María tiene una bebé que portea todo el rato, está la madre de Ibon, el asesino de Juan Mari Jáuregui, y la mediadora que facilita el encuentro entre víctimas y victimarios además está embarazada (que simbólico y potente ese gesto de acariciarse el vientre en momentos de tensión).
Hay mucho que comentar, y tampoco se trata de hacer spoiler, pero me parece necesario señalar como los mismos procesos de justicia restaurativa (los más conocidos el Gattaca en Rwanda tras el genocidio o en Sudáfrica, muy inspirados por las herramientas de comunicación no violenta de Marshall Rosenberg) que muestra la película en muchos lugares han sido facilitdos gracias a las propias madres. Cuando Maixabel se encuentra con el asesino de su marido le pregunta por su madre. Para mi este gesto es enorme, e ilustra lo que es el INIMBA, un concepto que me descubrió Nils Bergman y que se remonta a los procesos de justicia restaurativa tras el apartheid en Sudáfrica. Inimba es una palabra en xhosa que hace referencia a los dolores del parto y al cordón umbilical. En la práctica se usa para describir el amor de las madres que les da un plus, una fuerza que les permite ver más allá, ver que todos somos hijos de madre y que no queda otra que sentir compasión por esas otras madres también. Cuando las madres sudafricanas fueron capaces de sentarse con los asesinos de sus hijos, escucharles y perdonarles, mucha gente les preguntó como habían sido capaces. Ellas respondieron:
- Por Inimba
Y eso es lo que hace Maixabel, es capaz de pensar en la madre del asesino de su marido, y llega a verbalizar que prefiere su lugar al de esa madre que en cierto sentido ha perdido a su hijo. Casi se intuye que, siendo madre, pudiera ser peor perder al hijo que al marido, aunque obviamente esas comparaciones no sean válidas, como no es válido comparar ningún dolor en el duelo; cada uno merece ser honrado. Lo mismo cuando le comenta a su amiga, viuda también por culpa de ETA, que su mayor alegría cuando supo que iba a ser abuela fue el alivio que sintió porque su hija sería madre: tendría una razón extra para seguir viviendo.
Lo dicho, hay mucho más que comentar sobre Maixabel, pero yo he visto una película impresionante que toca los grandes temas de la maternidad, enlazados con la reparación y la justicia. ¡No os la perdáis!
PD: Me ha recordado a otros trabajos que exploran la justicia restaurativa, como este película producida Sally Potter que lo plantea entre una víctima de violencia de género y si agresor: Un hombre mejor.
2 comentarios en “«Maixabel» o la justicia restaurativa entre madres”
Gracias por poner palabras a muchas de las sensaciones que tuve al salir de la película. Impresionante.
Excellent article Ibone; very insightful. Thank you.