Una amiga mía ha votado a Ciudadanos para el Congreso y a Podemos para el Senado. Yo misma también he votado a dos partidos diferentes esta vez. Con los partidos me pasa como con las peluquerías: nunca he conseguido votar al mismo partido en dos elecciones sucesivas igual que no consigo serle fiel a ninguna peluquería ni ir a la misma el par de veces al año que me corto el pelo.
En cualquier caso me alegra el resultado de estas elecciones: me veo mucho más reflejada en esa mezcla tan variopinta que ha salido elegida. Mis contradicciones e incoherencias se sienten representadas. Me alegra saber que no nos va a quedar más remedio que escucharnos mucho más y mejor los unos a las otras. Y me gustaría pedir a los y las políticos que en cada encuentro, en cada negociación, en cada debate se permitan abrir primero una rueda de presentación, de contar «quien soy y como me encuentro», de conectar con el grupo y con lo que representa, el servicio a la comunidad. Y que se miren a los ojos, que se den la mano o se abracen si les apetece, que se permitan llorar o reir. Que se pasen el palo de la palabra, que acojan el silencio cuando llegue. Que se despidan desde el corazón al acabar, que se reconozcan como iguales, que compartan comida ecológica y casera, que salgan a pasear al campo juntos de vez en cuando. Que más allá de lo que nos separa puedan conectarse con todo lo que nos une.
Que se cuiden y que nos dejen cuidarles, cuidarnos, como nos merecemos.
Que compartamos los cuidados de una vez por todas.
Feliz invierno.