El regalo del confinamiento: tiempo para la escucha

Foto del artículo del blog de Ibone Olza sobre el confinamiento

Ahora que se vislumbra su fin, creo que el mayor regalo que nos ha traído el confinamiento ha sido el tiempo para la escucha. Propia y ajena. Por una vez hemos tenido tiempo sin excusas ni escapatorias para escucharnos y escuchar a otras. Claro que también hemos tenido muchas ganas de escapar, agobios, preocupaciones, miedos y síntomas variados. Pero este tiempo sin mucha posibilidad de huida física ha desatado procesos muy interesantes en muchas personas. Hemos tenido tiempo para escuchar nuestros cuerpos, para sentir los cansancios, los apetitos y los deseos. Tiempo para limpiar los armarios mientras que por dentro ordenábamos los afectos.  Para aburrirnos, tocarnos el ombligo, mirar el techo y por una vez vaguear sin prisa por llegar a ninguna parte.

No pretendo negar todo el dolor que muchos están viviendo, pero creo que es importante nombrar todo lo bueno. De toda la gente que he escuchado (y que me ha escuchado) me quedo con la impresión de que este frenazo brutal ha desencadenado una avalancha de procesos internos, de inicios de revoluciones íntimas. Las consecuencias, los resultados, puede que no se vean a primera vista ni inmediatamente. Puede ser que volvamos pronto a algo parecido a lo de antes. Pero yo creo que en muchos ha comenzado a germinar la semilla en un campo que llevaba tiempo preparándose para ser fértil. El decrecimiento ha dejado de ser una fantasía utópica para convertirse en una posibilidad real y necesaria. La revalorización de los cuidados, la necesidad de dedicar tiempo a los afectos, todo eso se ha vuelto real y urgente, tangible. El descubrimiento de lo poco que en realidad necesitamos para vivir medianamente bien, o tal vez incluso mejor que antes. Una vez cubiertas las necesidades básicas, tal vez menos, muchísimo menos, sea de verdad más, y lo estamos comprobando. He escuchado a gente que ha sufrido un ERTE decir que en realidad no desean volver a ese trabajo que han perdido. Otras que se han conectado con su deseo de vivir en el campo. De recuperar la bici. Hay quien ha empezado a cocinar a fuego lento, sin Thermomix. Quienes hemos hecho la transición vegetariana y quien se ha empezado a preguntar por el origen de los alimentos. Quien siente pánico ante la simple idea de volver a pasar media vida entre aeropuertos y estaciones, quien de repente siente rechazo máximo al recordar el estrés de las últimas vacaciones, rodeados de turistas enganchados a los selfies o apelotonados en aviones baratos.

Hemos cambiado, estamos cambiando. El confinamiento ha tenido mucho de regalo. Para muchas madres ha sido como volver al puerperio: a ratos nos daban ganas de salir corriendo y deseábamos que el tiempo pasara lo más rápido posible. Pero pasados los ratos de desbordamiento, una vez que aceptamos que la única escapatoria posible era la presencia, y mirábamos a los ojos a quien teníamos enfrente, se abrían otras posibilidades inauditas. Entre otras, la mejor y más importante: una oportunidad única para escucharnos y sanar nuestros vínculos cercanos. Con presencia y atención, con escucha, con cuidado y amor. Los resultados se irán viendo, estoy segura.

Si, vamos a echar de menos algunas cosas de este confi(n)amiento, pero las semillas ya están bien plantadas y muchas floreciendo. Feliz reencuentro y feliz primavera. Nos vemos en los campos.

PD: Me ha gustado mucho Madrid Int., la película de Juan Cavestany sobre el confinamiento en Madrid.

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12 comentarios en “El regalo del confinamiento: tiempo para la escucha”

  1. Pingback: Un año inesperado - Ibone Olza

  2. Vivimos derrochando muchas cosas, sobre todo el tiempo. La oportunidad de enlentecerlo nos permite saborearlo mucho mejor y apreciarlo en lo que vale

  3. hermoso, resueno con cada palabra!!! gracias por ser canal de lo que muchas sentimos!!
    un abrazo desde Argentina.
    gisela yacubowski

  4. Elina Pereira Olmedo

    Muchas gracias Ibone. Comparto tu sentir, compartiendo la escucha desde mí…estoy en ello, reconociéndome, disfrutándome en cada momento, sin excluir los de ansiedad o miedo. Gozo de mis efectos más que antes, consciente de la incertidumbre que siempre estuvo ahí, oculta detrás de tanta distracción. Escribo. Priorizo lo que me nutre. Sabiendo que sólo desde ahí, puedo también nutrir.

  5. Estoy de acuerdo. Para mi ha sido un regalo disponer de mucho tiempo. He sentido mucha paz interior. He meditado y he hecho Yoga casi a diario. Y esto me hace feliz.
    Gracias.

    1. Gracias por tus reflexiones , así lo siento y lo vivo también .
      Tiempo para habitar en si misma y en las relaciones.
      Como cuando niñas jugábamos y necesitábamos parar el juego…tiempo muerto decíamos .
      Detener el tiempo , escuchar , mirar , oler , sentir , conectarnos y redirigir los rumbos con plena conciencia y a vela . Parar para poder seguir caminando .
      Gracias por tus palabras que resuenan en mí .
      Un abrazo virtual.

  6. A mí me ha pasado algo parecido…., adoro mi profesión y soy tremendamente afortunada por ello, pero mañana vuelvo a trabajar full time y voy a añorar las mañanas en casa sin la obligatoriedad de hacer nada salvo “echar un ojo” a mis cachorros para ver si estaban en sus “clases online”…..

    1. Esa transición hacia la búsqueda de la verdad, conectando con la naturaleza y dejando de ser parte del sufrimiento de millones de seres inocentes, nos engrandecerá como sociedad. Gracias compañera por nombrar esta cuestión innombrable.

  7. Gracias, compañera. Ahora mismo el ánimo empieza a flaquear y dan muchas ganas de emigrar. El campo puede ser una opción intermedia. Fuera de broma. Gracias por sumar

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