Este mes se cumplen treinta años de mi primer viaje a Canadá. Yo tenía entonces 16 años, me disponía a pasar un año entero con una familia a la que no conocía.  Ibamos con AFS Intercultura, una veterana asociación que promueve la paz en el mundo facilitando el intercambio entre jóvenes de todo el mundo. En el vuelo de ida con otros cincuenta jóvenes de todo Europa me senté con Ruth Verhey, una chica alemana, y allí comenzó una amistad de esas que, sólo con el tiempo lo comprendes, es uno de los regalos más preciosos que te ha hecho la vida.

Esa misma vida que nos ha ido pasando con intensidad abrumadora tantísimas veces a las dos, recolocándonos mientras criabamos tres hijos cada una y compartíamos vocación por aliviar el sufrimiento propio y ajeno, ahora nos vuelve a reunir. Hace ya unos cuantos años que Ruth vive en Zimbabwe. Allí ella, psicóloga experta en trauma, y el psiquiatra Dixon Chibanda crearon hace una década The Friendship Bench. Un proyecto de atención y ayuda a las más excluidas de los más excluidos: mujeres con trastorno mental grave, seropositivas en su mayoría. Para atenderlas formaron a mujeres mayores de la comunidad, abuelas casi todas, en apoyo psicológico y terapia cognitiva básica. Estas mujeres sabias escuchan a las que sufren sentadas en un banco en el parque, algo más fácil y menos estigmatizante que acudir a la consulta de un psiquiatra o psicólogo, lo que de todas formas era inviable para ellas.  Para financiar el proyecto además comenzaron a reciclar bolsas de basura convirtiendolas en bolsos: las Zee Bags.

El proyecto ha ido creciendo y ahora, cuando se han investigado sus resultados, se está demostrando que como intervención es muy eficaz y probablemente extrapolable a muchos otros contextos. (Algo que a mi me interesa especialmente de cara a desarrollar programas de atención a la salud mental perinatal).

Viajo a Zimbabwe a conocer The Friendhsip Bench y a celebrar nuestra amistad, segura de que también nosostras nos sentaremos en algun banco del parque a aliviar nuestras cargas y reirnos de nuestros pesares, como hemos hecho tantas veces en estos últimos treinta años. ¡Ya os contaré!

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5 comentarios en “El banco de la amistad”

  1. Estoy de acuerdo con una gran parte de los comentarios que has colocado en esta ubicación. Pero de verdad piensas que si no huibiera subrogación todo iría mejor? Estñá claro que puede que muchos niños piensen su procedencia, pero no con ese afán de dañar. No sé. Me parece que es un dato muy personal y que no deberíamos de jugar con ello.

  2. Se nos acaba de poner la piel de gallina al descubrir y leer esta gran historia de amistad y de valores. Y queremos creer un poquito que formamos parte de ella 🙂 Qué maravilla esos lazos de amistad a través de los años.
    Nos encanta ver que 30 años (¡ni más ni menos!) después de tu experiencia AFS sigas apostando por un mundo más justo y pacífico, Ibone, trabajando y ayudando a los demás.

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