La imagen no llamaría la atención de nadie: tres mujeres detrás de una mesa en una jornada universitaria. Y sin embargo es muy esperanzadora: tres madres compartiendo sus testimonios de partos como víctimas de la violencia obstétrica en una Escuela Universitaria de Matronas. Algo hasta ahora excepcional, y que creo será parte del principio del fin de la violencia obstétrica.
Fue en la Universidad de Valparaiso el pasado jueves 21 de noviembre. Jornada monográfica sobre violencia obstetrica. La mañana estuvo dedicada al trauma de las madres que fueron maltratadas en sus partos. La tarde al trauma y sufrimiento de las y los profesionales que atienden los partos, que a menudo son testigos, cómplices o directamente actores de la violencia obstetrica. Se oyeron muchas voces de matronas, estudiantes, ginecólogas: traumatizadas a su vez por la violencia que se han visto en muchos casos obligadas a ejercer. Se habló mucho de como a veces se acosa a las estudiantes o residentes para la misma razón. Estaban presentes las directoras de la escuela y otras responsables de la formación. Todas escucharon, muchas lloraron, muchas hablaron. Hubo muchos testimonios. Una matrona me contó la primera vez que como estudiante fue a un parto junto con otras dos compañeras : «fue un parto muy violento, una compañera se desmayó allí mismo«. «En los primeros meses de rotatorio en paritorio muchos desistieron, muchos enfermaron, yo pasé seis meses con colón irritable porque en realidad necesitaba tomar benzodiacepinas para soportar estar allí«.
Fue una jornada intensa, dolorosa, y para mi muy importante. El final de la violencia obstétrica está mucho más cerca desde que las facultades y escuelas de matronas han roto el silencio y han aceptado mirar el dolor que en ocasiones ha causado un modelo de atención obstétrica que no respeta la fisiología ni el protagonismo absoluto de madres y bebés, que no comprende que el parto es un momento íntimo y delicado de la vida sexual de la mujer.
Gracias de corazón a las mujeres que tomaron la iniciativa de organizar esta jornada, muy especialmente las matronas de ObsNatura.
Las crónicas chilenas tendrían que hablar también de Valparaíso, de los colores hermosos al atardercer, los tiernos perros callejeros, los leones marinos en la playa…Y sobre todo la cantidad de gente preciosa que llevo en mi corazón: Leslie, Gonzalo, Francisca, Paula, Paola, Pascale, Clara Luna, Julián, Matilde, Alejandra, Mario, Carola, Camila, Jose, Michelle, Fernando, René, Cecilia, Celeste y tantisimas otras más cuyos nombres no puedo recordar que me abrazaron con tantísimo cariño. Gracias Chile, y mucho ánimo: el final de la violencia obstétrica ya está mucho más cerca gracias a todo vuestro esfuerzo.
Resumen de prensa:
U. de Santiago:
U. Diego Portales.
U. de Valparaíso.
Programa Radio Cooperativa – Chile Crece Contigo sobre Apego.
Programa Radio Cooperativa – Chile Crece Contigo sobre Cesáreas.
3 comentarios en “Crónicas chilenas (II): el final de la violencia obstétrica”
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Querida Ibone, te he «conocido» a través de los cursos en terramater y no sabes el bien que me estás haciendo. Me llamo Eulàlia, soy médico de hace casi un año, trabajando en un centro de acogida de menores. Aún no me he especializado aunque empiezo a sentir las ganas.
Bueno, quería compartir contigo mi experiencia en Chile, dónde estuve en 6º de carrera para realizar unos meses de prácticas. Me tocaba cirugía, ginecología y obstetricia (hasta el momento era mi opción de especialidad para decantarme a obstetra) y medicina rural.
Había puesto muchas expectativas en estas prácticas, sentía muchas ganas de llegar, de aprender, de conocer, de absorber todo todo todo por mis sentidos. En teoría empezaba con cirugía pero al final se cambió y empecé en gine y obstetricia.
El primer día, con todo mi cuerpo emoción, llegué al Hospital y nos reunieron a las que serían mis compañeras estos dos meses siguientes en gine/obst y el doctor encargado. Él nos explico que nos tocaría hacer los ingresos, que haríamos turnos (guardias), bla bla bla. Bien, perfecto! Miedo, alegría, nervios, confusión… emoción pura. No sabía muy bien cuál era mi posición pero ya la aprendería!
Nos repartimos, a mi me tocó en «alto riesgo obstétrico» y con las compañeras nos repartimos las pacientes. No quiero alargarme mucho, podría escribir un libro!
Sólo decir que me alegra tanto haber leído este «post» sobre la charla de la Universidad de Valparaíso reivindicando un parto sin violencia!! Me siento comprendida!
En estas prácticas lo que más vi fue humillación. Humillación a los alumnos que estábamos de prácticas (sobretodo lo sentí de las matronas del hospital y de algunos médicos. Bueno, «salvaría» sólo a dos que no eran así!), humillación a las pacientes (los doctores entrar en la habitación y casi ni mirarlas, comentarios que pueden dolerle a la paciente delante suyo, tonos de voz fríos y con mucho contenido – y no agradable).
Vi a mis compañeras de prácticas llorar porqué «tal doctor me dijo no sé qué», sentí en primera persona el desprecio de los profesionales! Y no entendía nada… empecé a bloquearme, a sufrir. Ya no sabía nada de teoría, me preguntaban y ya no me acordaba de nada (cosa que empeoró el tema). Entre el frío humano que se respiraba allí, el chileno hablado rápido que cuesta de entender, la incomprensión de mi entorno, el nivel teórico de las compañeras (eran de un curso más, equiparable a residente!! yo de 6º y no con malas notas, es decir, no es que no haya trabajado en la carrera!).
Compartirlo con mis compañeras no servía de nada, no entendían nada, tampoco los dos profesionales que «salvo». Ahora lo recuerdo y siento horror!!!
Alguna enfermeras tratándome de tonta, como si ya debiera conocer el funcionamiento del hospital (si claro, hospital público en Chile tan distinto!!!!).
Las frases que más recuerdo: una de una matrona a una paciente multípara que venia con trabajo de parto y gritando (aiaiaiaia, ayúdenme, duele, aiaaiai), pues la matrona le chilló que se callara, que era su tercer hijo y ya sabía que esto dolía, que no gritara. Y, de verdad que no se lo dijo amorosamente, no, no, todo lo contrario! Me acuerdo tanto de esta paciente! Yo estaba a su lado también, la acaricié y así tuve su atención, y le dije «venga, respira». Pues sólo por esto, cuando fui a verla a planta, me dió las gracias… aún se me cae la lagrimita!
Ellas son las que decantan la balanza si me acuerdo de las prácticas estas!
Comentarios como «usted no merece mi respeto porqué aún no es médico». Presentarte al doctor con el que estarás de guardia y que ni te mire a la cara. Preguntarles sobre su experiencia cuando eran alumnos y contestarte, evidentemente sin mirarte, que «como todos» (y otra vez, el tono desagradable y tratándote de imbécil por preguntar esto). Este era el ambiente basal.
Encontré a, exactamente, 4 doctores en el mes y medio que estuve que no respondían a este estilo. Y les agradezco tanto esto!!! Ellos, las pacientes (me acuerdo perfectamente de ellas) y la trabajadora de la limpieza que siempre tenía una sonrisa para regalar! Qué suerte de ellos!
Y no quiero olvidarme de decir que las compañeras, cuando les preguntaba que porqué no se quejaban, que esto no era buen trato, contestaban que no querían suspender, que les iba la nota. Se ve que las prácticas de gine/obstetr son así y todo estudiante lo sabe, solo debe pasarlo y ya está. Si claro, y así perpetuamos este comportamiento. Porqué, me duele decirlo, estoy segura que algunas de estas compañeras van a tener el mismo comportamiento. Yo no me sentí nada arropada. Quedé tan bloqueada que no podía ni coger el libro de obstetricia y leerlo, disfrutando, como he hecho casi siempre en la carrera!! No podía, estaba «atacada», solo pensaba en el día siguiente y ya me bloqueaba!
Al final dejé las prácticas, no podía aguantar esto. Aunque el doctor que lleva relaciones internacionales (tan cariñoso, amable, cuidadoso, humano, amigo!), me dijo que tuve mala suerte, que las prácticas de gine/obstericia eran duras, que el ambiente que he escrito aquí ya lo saben todos y que quizá el grupo de compañeras no tuvimos un gran «feeling» (así fue, no cuajábamos para nada 😉 sólo con una, ella me apoyó, si). Aunque él me avisó y me dijo que las siguientes prácticas no serían así, yo ya no tenía energía, estaba colapsada y no quería aguantar más este ambiente. Me duele esto y me provoca reticencia especializarme…
Sólo quería compartirlo. A veces, al explicarlo, siento que algunos me miran como «pero si no hay para tanto, lo aguantas y se pasa» (o quizá en el fondo de mi hay esta frase…). Pero el curso en terramater me ha ayudado, ver que hay muchas mujeres que piensan como yo, me alivia.
Muchas gracias, muchas!