titanicQué difícil es seguir trabajando en la sanidad pública madrileña  en estos tiempos. Es como estar a bordo del naufragio: ves como todo se va hundiendo, lenta e irremediablemente. Afuera sólo se ve la punta del iceberg, pero los que estamos dentro sabemos que esto se va definitivamente a pique. A ratos, cuando intento seguir trabajando como mejor sé, me viene la imagen de los violinistas del Titanic, que siguieron tocando música hermosa mientras todo se hundía a su alrededor.

Otros días sólo piensas en como salvarte. Es entonces cuando caigo en la típica distorsión cognitiva del superviviente, que viene a decir «va, si al fin y al cabo el Titanic es un disparate de barco, me da igual que se hunda». Si, eso siento a veces, que esta sanidad pública al fin y al cabo está tan lejos de lo que yo creo que tendría que ser la medicina que me siento tentada de pensar que bueno, no es tan grave que se hunda un sistema sanitario que a menudo me parece medicalizado hasta el infinito, con muchísimos fallos eincluso corrupción, paternalista, patriarcal y dañino. Pero no, no es cierto. Claro que tiene fallos, y graves, pero es infinitamente más grave que se hunda.

Hay días en los que vienes a trabajar como si esto fuera una gymkhana: «a ver que obstáculo nuevo nos han puesto hoy». Un día te dicen que cierran el hospital de día de psiquiatría en verano «para ahorrar», como si los graves enfermos mentales que ahí se atienden pudieran irse de vacaciones tan ricamente. Otro te encuentras con que un tercio o la mitad de las enfermeras o médicos de un servicio muy especializado (puede ser una UCI neonatal o un servicio de cardiología)  van a ser puestos de patitas en la calle o sustituidos por otros que no tienen ni idea de esa especialidad. A la desolación por los compañeros tan maltratados se suma la preocupación máxima: ¿cómo vamos a poder seguir trabajando así?

Otros días te quedas esperando a ver que nueva tontería se les ocurre hoy a los que dirigen el barco. Suelen ser disparates que dan risa, como cuando te dicen que en lo sucesivo los dibujos que los psiquiatras infantiles guardamos como pruebas diagnósticas se los tendrán que llevar las familias a su casa ya que «este es un hospital sin papeles». Parece una broma inofensiva, pero da miedo pensar hasta que punto desconocen nuestro trabajo los que dictan las ordenes y normas. Pero a menudo son cosas muchísimo más graves, como el decreto 16/2012 que ha dejado a miles de personas sin asistencia y a nosotros sin derecho a curar.

costasTe quedas pensando en que estas a bordo del naufragio, y lo peor es que te viene la imagen del Costa Concordia: el capitán acercandose a la costa para fardar ante su chica, el barco hundiéndose, gente muriendo y él poniendose a salvo el primero…No pueden ser tan idiotas, te dices, hasta que comprendes que todo forma parte de un plan deliberado para hundir el barco y así luego podernos vender sus cutre botes salvavidas a los que se lo puedan permitir. ¿Hasta cuándo podremos resistir?

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13 comentarios en “A bordo del naufragio”

  1. Hola Ibone, me ha conmovido mucho tu artículo. Realmente pone al tanto de la barbarie en la que va este gobierno. Lo comparto en mi blog, creo que tiene que ser leído por muchas personas.

  2. querida Ibone, desde mi ámbito,digamos la cultura,también la sensación es de vértigo.El 8 de marzo del 2012 estrené en el auditorio » a la luz de la risa de las mujeres»,nadie nos ha vuelto a contratar, en la mayoría de los ayuntamientos a los que pedí que nos contrataran al menos para el 8 de marzo de este año ni me contestaron, el de Zaragoza me dijo que no tenían ni un duro para ese día, que si quería cantar…
    No sé muy bien de que vivo,pero ya no soy una cantante,parece, porque no canto.
    Le digo a mi madre que no se puede morir que es la única que cobra cada mes…

  3. Me encanta tu reflexión…me siento totamente identificada como enfermera . Ojalá pudiéramos hacer algo entre todos. Ojalá la sociedad entera se diese cuenta de esta farsa que juega con nuestra salud y bienestar . Un abrazo

    El 25/04/2013, a las 21:06, Ibone Olza escribió:

    > >

  4. Hola, soy pediatra de un C. de S. a veces parece que nos estamos equivocando en esta lucha. Somos profesionales bien preparados. El lugar que ocupamos nos lo hemos ganado con mucho esfuerzo personal. Entre muchos y a lo largo de los años, apoyados sin duda por dirigentes que han creido en el proyecto, hemos construido una sanidad si no excelente si preparada para ofrecer a la gente lo mejor de nosotros mismos. Ahora llegan unos indocumentados, en absoluto representantes de ninguna mayoría de ciudadanos, que pretenden deshacer estos esfuerzos.
    Pero nuestra consulta es nuestro reino. De puertas para dentro somos los que decidimos como trabajamos. Somos capaces de hacer mil quiebros para atender a todos los que nos necesiten. Las historias que nos han entregado nuestros pacientes, incluidos sus dibujos, son nuestra responsabilidad pues somos sus custodios.
    Asi pues creo que debemos resistir en nuestros reductos hasta que todos nos demos cuenta que no podemos entregar el poder a ninguna mayoría, que solo en el consenso nos podemos ver representados. Vendran tiempos mejores y mientras tanto, aparte de apoyar los movimientos sociales, resistamos en nuestro trabajo de cada dia, abramos nuestras puertas a todo el que nos necesite, trabajemos como lo hicimos hasta ahora

  5. Me identifico con tus palabras y con todos los comentarios, tampoco sé si es mejor que todo esto se venga abajo, montado sobre una falacia de poner la salud en manos de otros y de las mafias farmaceúticas,pero también me escuece todo el «cutreplan» que se está formando. Qué pena!! De todas maneras , enhorabuena por tu trabajo y por lo que nos has enseñado y nos enseñas cada día.

  6. Es curioso yo he hecho la misma distorsión cognitiva: Esta m.. de barco no funciona, ¡Qué su hunda! Pero no.. luego te paras a pensar y te das cuenta de que no es esa la solución, que eso es peor para todos, sobre todo para los más débiles y desfavorecidos. Pero habría tanto que mejorar y que cambiar en las instituciones sanitarias, y cuando ves que precisamente las reformas van en la otra dirección, y los que tripulan el barco ya no se sabe al servicio de quién están; cuando las movilizaciones de un determinado colectivo de entre los marineros, aquellos con más galones, parece que se orientan tan sólo a favorecerse a si mismos, perpetuando la medicalización, la jerarquización, el autoritarismo y las prebendas… La verdad es que entran ganas de que todo se vaya al traste, pero por frustración e impotencia.
    Por cierto, ¿han pensado los del «hospital sin papeles» en quitar también el papel higiénico?
    Un saludo y gracias por este post!

  7. Hola Ibone. Como bien analizas todo esto no es más que un «cutreplan» para amoldar la sociedad a los delirios ideológicos de los neoliberales-criminales que nos desgobiernan (incluyo a este gobierno, al anterior y a los que mueven sus hilos en las sombras).
    Es fuerte cuando constatas en toda su enormidad la estulticia e ineptitud de quienes alcanzan responsabilidades que nunca debieron estar a su alcance. Comparto totalmente tu frase: «da miedo pensar hasta que punto desconocen nuestro trabajo los que dictan las ordenes y normas».

    Un caso (un caos más bien) sangrante se ha producido también en la Universidad Pública madrileña, como he documentado en este blog:
    http://www.trabajadorupm.blogspot.com.es

    De todas formas lo más importante: felicitarte por el gran trabajo que realizas y aportas a los demás.
    Tenemos que aprender a ver siempre lo positivo, y a realizar las cosas que nos hagan disfrutar.
    Salud.

  8. Y yo después de escuchar las últimas intervenciones sobre los tratamientos contra el cáncer que «sólo» aumentan la esperanza de vida de los pacientes, me doy cuenta de que ya soy incapaz hasta de sorprenderme… Me reconozco agotada, anonadada, impotente… ¡¡Yo también te entiendo, Ibone!!

  9. Qué barbaridad… Qué tristeza tan grande la que tenemos que vivir hoy en día, esperando la catástrofe sin poder hacer poco o nada para evitarlo, porque el salir a la calle, el alzar la voz y las protestas quedan en el más absoluto olvido antes de llegar a oirse…
    Terrible.

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