Querida Audre:

Te escribo esta carta para agradecerte que escribieras “Los diarios del cáncer” allá por 1980.  Aunque ya no estés en este mundo, me gustaría poder expresarte cuánto me están sirviendo y ayudando tus palabras. Me he sentido muy identificada con lo que viviste y con cómo lo transitaste a pesar de que nos separen cinco décadas y mi vida tenga tan poco que ver con la tuya.

Cuando a principios de mayo me dijeron que tenía un tumor en el pecho y que podía ser maligno me pasó algo muy parecido a lo que tu relatas: “En las tres semanas entre la cirugía me vi forzada a mirarme a mí misma y a mi vida con una claridad dura y urgente que me dejo muy sacudida pero mucho más fuerte.”

Yo todavía no me siento mucho más fuerte, la verdad, pero si que siento que ese plazo de espera, esas semanas con tanta incertidumbre hasta que se confirmó el cáncer, desencadenaron todo un proceso muy similar al tuyo “como si estuviera dando vuelta mi vida, de adentro para afuera…”. El descoloque inicial fue tan brutal que muchas veces me hice esta misma pregunta: “Este dolor, esta desesperación que me circunda, ¿es un resultado del cáncer o sólo ha sido desencadenada por él? Me siento tan poco a la altura de lo que siempre supe manejar, las abominaciones del afuera que hacen eco del dolor interno…”

Colapsé mentalmente, la verdad. Me sentía incapaz de funcionar como lo había hecho hasta entonces. A menudo pensé como tu: “Quiero mi viejo yo, tan malo como era”. Y no tuve más remedio que parar en seco, de una forma que no me hubiera permitido de no ser por la palabra “cáncer”. Igual esa es la mejor parte, que ese parón me obligó a afrontar mi mortalidad y revisar qué quiero para mi vida. En ello ando inmersa. Me gusta mucho como lo explicas tu: ”Al tomar consciencia, forzosa y esencialmente de mi mortalidad y lo que deseaba y quería para mi vida, por más corta que fuera, las prioridades y las omisiones quedaron claramente dibujadas bajo una luz impiadosa, y de lo que más me arrepentí fue de mis silencios.”

Esa toma de conciencia: “Voy a morir de todas maneras, haya hablado o no. Mis silencios no me han protegido. El silencio no te protegerá.” ¡Ay los silencios! Yo inicialmente me quedé sin palabras. Sentía que ni siquiera podía hablar por teléfono, como si todo mi cuerpo me estuviera pidiendo que mirara para adentro y escuchara lo que tenía que decirme. Pasado un tiempo, justo antes de mi cirugía, decidí hacer público mi cáncer, seguramente en parte movida por esa misma inquietud que compartimos: “¿Cómo le doy voz a mis búsquedas, para que otras mujeres aprovechen mis experiencias?”

Tras contarlo me llegó un aluvión de respuestas y mensajes de apoyo y cariño que no siquiera he sido capaz de responder pero que agradezco muchísimo. Como tu cuando dices que el amor de las mujeres te sanó, a mí las palabras, los gestos y los cuidados de otras, especialmente las que han atravesado algo muy similar, me han sostenido muchísimo y me siguen ayudando en el día a día.

Al entrar en el quirófano para que me quitaran “sólo” el tumor pensé en todas las mujeres a las que os extirparon el pecho entero, y también en todas las que se sometieron a cirugías de mama por razones estéticas. Como feminista no he podido dejar de pensar en como el sistema se beneficia del cáncer y oculta tantas evidencias que nos ayudarían a vivir más saludablemente. Tu ya mencionabas como vivimos en una economía de lucro y no hay lucro en la prevención del cáncer, hay lucro solo en su tratamiento. Me temo que esto solo ha empeorado, y por eso me impacta leerte ahora esta pregunta: “¿Qué ocurriría si un ejército de mujeres con un solo pecho descendiera sobre el congreso para exigir la prohibición del uso de hormonas cancerígenas en la producción ganadera?”

Qué poco honra esta sociedad nuestros pechos y su preciosa función nutritiva. Qué poco se habla de la lactancia como factor protector del cáncer de mama y con qué facilidad se minimizan los efectos de los tratamientos en nuestra vida afectiva y sexual. Criticaste como se te insistió para que usaras una prótesis que ocultara tu ausencia de un pecho y te negaste a usarla: “Me rehúso a esconder o trivializar mis heridas con silicona. Me rehúso a esconder mi cuerpo simplemente para que este mundo que sufre fobia de las mujeres se sienta más cómodo. La necesidad de una prótesis después de una cirugía mamaria es meramente un reflejo del lugar que tienen en general las mujeres en nuestra sociedad, como aparatos sexuales cosificados y despersonalizados.”

Siento decirte que ahora ya no son prótesis, sino que directamente se anima a las mujeres a cirugías mucho más agresivas y dolorosas incluso que la mastectomía para “reconstruir” el pecho y que no se note nada.  Algunas me han contado que para ellas lo peor del cáncer de mama fue precisamente la cirugía reconstructiva. Es muy difícil señalar y nombrar todo esto, igual que `pasa con tantas cirugías innecesarias (cesáreas, histerectomías, estética) que se nos hacen sólo a las mujeres.  Ni siquiera podemos quejarnos, debemos estar siempre agradecidas. Por eso coincido contigo en la importancia de romper todos estos silencios:

“El cáncer de mama y la mastectomía no son experiencias únicas, sino compartidas por miles de mujeres. Cada una tiene una voz particular que alzar que debe convertirse en un grito femenino contra todos los cánceres evitables y contra los miedos secretos que permiten que esos cánceres prosperen. Que estas palabras sirvan como incentivo para otras mujeres, para hablar y actuar nuestras experiencias con el cáncer y con otras amenazas de cáncer, porque el silencio nunca nos ha traído nada valioso.”

“Sin comunidad ciertamente no hay liberación, no hay futuro “

Ahora intento mejorar y avanzar en mis cuidados. La dificultad para cuidarme y cuidarnos. lo que nos cuesta pedir y aceptar esos cuidados daría para otro libro, por eso me ayuda y me hace sonreír esta frase tuya: “Debo cuidar mi cuerpo con por lo menos el mismo cuidado con el que atiendo el compost”.

Así que gracias eternas, querida y admirada Audre, por este libro y el resto que estoy leyendo ya. Comparto tu frase final: “Nunca hubiera elegido este camino, pero estoy muy contenta de ser quien soy, aquí”.

PD: Gracias a la editorial Ginecosofia por esta preciosa edición en castellano.

PD2: Estoy bastante bien, a punto de empezar la radioterapia, serán solo cinco sesiones. Gracias a todas las personas que estáis pendientes y me preguntáis, perdonar que casi no os conteste.

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14 comentarios en “Querida Audre Lorde”

  1. Tan enriquecedor lo que compartes…tan pocas veces leído, escuchado.
    Una lectura que estoy segura tantas mujeres van a agradecer.
    Te mando un abrazo acogedor…
    Kata

  2. Pilat Blanco Prieto

    Muchísimas gracias Ibone por tus palabras. Te deseo que no lo pases mal y que te recuperes pronto.
    Quiero señalar algunas palabras de tu escrito que llevan a la salud de las mujeres y que te pido que cuando puedas nos amplíes o nos envíes bibliografía.
    ¿ Cómo y en qué el sistema se beneficia del cáncer ? ¿ qué evidencias se ocultan que nos ayudarían a vivir saludablemente?
    Hay lucro en el tratamiento del cáncer. El uso de hormonas en la producción ganadera que favorecen el cáncer de mama. Las cirugías agresivas y dolorosas para la reconstrucción del pecho. De todos estos temas a muchas mujeres y a mí nos gustaría saber más.
    Cuando tengas tiempo y ganas. ¿Nos ayudas ?

  3. Querida Ibone, espero el afecto cruce el océano y sume a esa mochila de fortaleza de la que haces acopio. Conseguir bordar el dolor con palabras tan justas es la primera batalla. Cariños
    María Aurelia

  4. Gracias por contárnoslo y además con tanto amor. Justamente por darme cuenta de que el lucro está en el tratamiento y no en la prevención tuve una profunda crisis profesional y personal hace 10 años( soy médica de familia) y fue a raíz del diagnóstico de cáncer de dos grandes amigas con menos de 40 años que se movieron todas mis piezas y me ha llevado a un camino sin retorno de evolución y desarrollo humano. También de alguna manera le agradezco al cáncer ser quien soy y a todas las personas que me han permitido acompañarlas y aprender a través suyo. Un cálido abrazo y mi deseo de una pronta y amable recuperación dentro de lo posible.

  5. Gracias querida Ibone por mostrar y compartirnos tu sentir profundo. Porque aún en estas condiciones de vulnerabilidad te preocupes porque más mujeres nos atrevamos a mirar nuestro interior. Nos atrevamos a acompañar nuestras dudas y temores. Hermanarnos y formar comunidad ciertamente nos ayuda a tener una mirada más compasiva hacia nuestro alrededor y, especialmente, hacia una misma. Gracias por tu palabra en voz alta hermosa mujer!

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