Imagínate una sustancia química con un altísimo poder adictivo. Una droga que al tomarla produce excitación sexual intensa y ganas de llevar a cabo las más abominables fantasías sexuales: violar a mujeres, sodomizar a niñas, penetrar a mujeres o niñas o bebés por todos sus orificios en grupo y jaleado por otros varones. Una droga que hace que ya no puedas tener un orgasmo sin pensar en violaciones grupales y orgías varias. Imagínate que esa droga se distribuye gratuitamente y sin ningún tipo de control, que cualquier menor de edad puede acceder a ella en cualquier momento, en cualquier lugar. Si, incluso con cinco años, gratis e ilimitadamente. Esa droga existe y es la pornografía. Como dice mi admirada Amelia Tiganus: «la pornografía es el marketing de la prostitución». Claro, así se entiende que cada vez sean más jóvenes los chavales que van en grupo a explotar a una mujer pagando una miseria por violarla.
Ya lo explicó hace tiempo Gabriel Núñez Hervás en aquel valiente (¡gracias!) artículo titulado El Porno Feroz. Ahora ya vemos las consecuencias: niños, especialmente varones, y adolescentes, tienen ahí su principal fuente de educación sexual. Fantasean con violar en grupo. Cada vez más frecuentemente pasan al acto, como dirían los psicoanalistas. En este informe sobre Agresiones sexuales múltiples en España se dan numerosos ejemplos de casos reales, aunque las cifras son sólo la punta del iceberg.
Esta semana Jordi Evolé mostró hasta que punto las mujeres jovenes sufren esas agresiones de los varones de su misma edad. En su programa vimos lo difícil que les resulta a estas mujeres siquiera decir que no, ¿cómo vas a hacerlo si te están asfixiando o azotando? Lo que sientes es Miedo, y eso paraliza el cuerpo y el alma.
Ví el programa con mis hijos y dió pie a una conversación en la que me mostraron los videos que triunfan entre los niños y niñas de doce y trece años de un tipo llamado Kiddy Keo, que entiendo ha crecido viendo ese porno y no ha conocido ni el amor ni el erotismo ni la empatía ni tantas otras cosas. Por desgracia, podeis ver sus abominables videoclips en youtube sin censura alguna ni aviso parental (el que si ponen en algunos videos de partos y lactancias). Son toda una apología de la violación y la violencia de género ¿cómo es posible que tenga más de 30 millones de visitas?¿Porqué esto no se califica como apología del terrorismo?
He puesto una queja al Instituto de la Mujer. Os animo a hacer lo mismo. Cada madre, cada padre, cada persona sensible, podemos hacer algo para poner fin a este horror.
Por una infancia y una adolescencia libres de pornografía, stop a la cultura del porno.
2 comentarios en “Por una infancia y una adolescencia libres de pornografía”
Muchas gracias por tus artículos Ibone.
Eres muy valiente en tu lucha contra asuntos polémicos como el porno o los vientres de alquiler. Gracias por ayudarnos a tomar consciencia y unirnos para no permitir esta bazofia.
Si desde el mundo, no estamos para el mundo, apaga y vámonos,