En este «día del Padre» en el que nos siguen llegando noticias terribles de violencia vicaria y globalmente padecemos una recaída aguda del patriarcado, creo necesario recomendar este libro de Máximo Peña, «Paternidad aquí y ahora» porque está muy bien, la verdad. Máximo, periodista y psicólogo, colabora como docente en el IESMP dónde un grupo estupendo de padres entre los que se encuentran además de Máximo, Javier de Domingo, Alfonso Gil, Paco Herrero y David Seguí, llevan ya unos años reflexionando en torno a la paternidad. Sus aportaciones son ricas y merecen ser escuchadas. Revindican el ejercer una paternidad sostenedora de la diada madre bebé, desde la ternura y el compromiso absoluto con la no violencia, mientras se van deconstruyendo y repensando como hombres, padres e hijos. Me gusta mucho trabajar con y aprender de ellos (y los debates interminables que tenemos).
El libro de Máximo es sencillo y claro, y se agradece que sea un hombre el que diga a los futuros padres cosas como esta:
Si fueses un caballito de mar (Hippocampus) serías tú el embarazado. Los machos de este género son los que gestan en su bolsa a las crías. Después de un embarazo, variable entre las especies, pero que no excede de cuarenta y cinco días, el macho expulsa de su cuerpo, en un proceso agotador, frotando su bolsa contra las rocas, hasta cuatrocientas crías. Pero no eres un caballito de mar, sino un macho entre los primates humanos: la embarazada es ella.
No restemos protagonismo a la mujer en un proceso que de forma objetiva le pertenece. Durante el embarazo las parejas tienen, por un lado, el rol de acompañante y soporte emocional, papel que, bien ejecutado, puede ser decisivo en el bienestar de la embarazada y del bebé; y, por otra parte, la oportunidad de iniciar un proceso de trabajo personal de autoconocimiento, con ayuda psicoterapéutica o no, que conduzca al hombre al destino deseado por muchos: ser mejor padre que su padre.
O esta otra en referencia a Nadal:
«No tengo previsto que esto (la paternidad) suponga un cambio en mi vida profesional», sostuvo el tenista Rafa Nadal al comentar la noticia del embarazo de su esposa, Mery Perelló. Días más tarde, sin embargo, tuvo que retirarse del torneo Wimbledon 2022 debido a una lesión en el estómago. ¡Una lesión en el estómago interfiere con tu carrera profesional y piensas que un hijo no lo hará! La única manera de que la carrera profesional de Nadal, o de cualquier otro hombre, no se vea afectada por el hecho de convertirse en padre es manteniéndose al margen o teniendo tan solo una discreta participación en el proceso. Estar ausente durante las pruebas de seguimiento del embarazo. Asistir al parto desde la distancia. Que durante el posparto sean otras personas las que acomoden el cojín de lactancia a la mujer, le pasen la botella de agua y bañen a la criatura. Que no duerma en la misma habitación que la mamá y el bebé ni se levante por las noches a cogerlo en brazos cuando llore. No implicarse. No mancharse de mierda. Solo así el nacimiento de un hijo no interferirá con la carrera profesional de un hombre.
Nadie impedirá, no obstante, que legalmente seas reconocido como padre y que las fotos en redes sociales así lo testifiquen. Pero si la paternidad no transforma tu vida, entonces, aunque tengas el título de padre, no te habrás ganado una designación de mucho más valor: la de papá
Además del libro (del que lo único que no me ha gustado es el subtitulo) , os recomiendo esta entrevista a Máximo en Radio Nacional: