Poco he escrito en mi blog este curso que ahora acaba. He estado «muy pa´dentro». Ha sido, está siendo un año de terapia y transición. Hay gente aquí que me leéis y seguís desde hace años. Algunos os habéis convertido en amigos, otros sois una cálida presencia en la distancia, me leéis y me saludáis a veces o me contáis. Yo también os sigo y, de vez en cuando, os extraño. Pienso en escribiros. Pero nunca fuerzo la escritura, es la única condición que me impongo en mi blog: escribir sólo cuando, y acerca de lo que, me dé la gana. En los últimos meses han pasado muchas cosas, algunas bastante indignantes. He estado tentada de escribir y protestar, casi de volver desgañitarme gritando, pero la mayor parte del tiempo he callado. El ruido. El vértigo. Las comunicaciones aceleradas, las redes, las respuestas precipitadas. No lo quiero. Meditar la estrategia, pensar la respuesta. He pensado mucho en el activismo, en como sumar fuerzas sin dejar de cuidarnos. En el sentido del “nosotras” en tiempos de “yos” tan inflados.
Ahora busco las palabras mientras me alimento de libros y vinilos.
En el campo, cuando por fin encuentro mi silencio, me sorprende el sonido de la naturaleza. Hay una encina que siempre me cobija. Unas rocas que me abrigan. Unas florecillas que tienen la osadía de bailar entre las mismas rocas. Y, si escucho atenta, parece que hasta me susurran.
Hay también una legión de insectos volando frente a los últimos rayos de sol que se reflejan en sus alas. Cómo por arte de magia el cielo entonces se llena de estos miles de brillos revoloteando y creando formas que parecen bailar sin música…Tal vez esa música sea tan inaudible como invisibles estas alas de mosquitos cuando no les da a contraluz el último rayo del día. Coreografía de una puesta de sol.
Busco palabras para nombrar las imágenes que encuentro, los sonidos, las cadencias y los ritmos. No las hallo y sigo buscando. No hay prisa, poco a poco me atrapa este otro ritmo, el que llega con el olor del campo (tan seco) al amanecer. Bendito refugio. Mientras haya campo, camino y respiro.
Estar sin hacer ni temer nada. Escuchar a las ranas. Tender mi alma entre las ramas.
Sin noticias de mí pero contigo madre, tierra.
3 comentarios en “En el campo busco palabras”
Qué bueno tener ese refugio!!! Una bendición! Imagino que en este contexto personal es que no has respondido a la solicitud de que visitaras Uruguay para octubre. Te sigo simpre y admiro tu trabajo. Un cálido saludo Graciela Grandi
Pura poesía… Descansa, amiga, que es bien necesario!! Un abrazo de corazón.
En esas direcciones y con esas velocidades pretendo ir yo aunque me cueste tanto hacerlo. Poco a poco.