Siento vergüenza cuando pienso en ese cartel colgado en el palacio de Cibeles (sede del Ayuntamiento de Madrid) que dice “Refugees Welcome”. Si fuera verdad creo que como mínimo ya tendríamos que haber enviado unos cuantos aviones a la frontera greco-macedonia y haber vaciado al menos uno de los números campamentos de refugiados trayéndolos a Madrid.
No saqué fotos a los niños aunque muchos lo pedían, deben de haberse acostumbrado rápido. Son los mismos que hace pocas semanas cruzaban desde Turquía en bote, con frío y peligro de muerte. Algunos bebés de semanas o días en el trayecto. Tuvieron la mala suerte de llegar justo después del cierre fronterizo y ahí se han quedado, en los campamentos cerca de Macedonia. Idomeni es el más numeroso, pero hay muchos otros.
Las pandillas de niños y niñas juegan mucho y con total libertad, claro. No tienen nada más que hacer. La mayoría están ya muy sucios. Algunas ONGs les ofrecen algún rato de actividad dirigida, alguna clase. Vi a unos voluntarios de una ONG llegar con unas bolsas de juguetes, las sostenía un hombre enorme en lo alto, cincuenta o sesenta niños se amontonaban para intentar coger algo en aquella absurda piñata, golpes y empujones, muchos terminaron llorando.
Por las noches algunos refugiados siguen intentando cruzar campo a través la frontera, con la única ayuda de los traficantes de personas. Una embarazada nos contó que dos noches antes al intentar cruzar la frontera se cayó sobre el vientre y no sabía si su bebé seguía con vida, a la exploración se vio que sí. Parece que la situación de los refugiados al otro lado de la frontera es aún peor, nadie sabe bien que está pasando con ellos en Macedonia.
Es difícil imaginar la situación y la magnitud del drama, no me sé las cifras. 120.000 cruzaron en bote, me dijeron. Once millones de persona han huido de Siria. La mitad de su población. Las familias nos enseñaban fotos de sus casas en el móvil: ahora ruinas de Aleppo, Homs, etc. Nos contaban del hambre terrorífico entre los que se han quedado, algunos han tenido que llegar al canibalismo antes que morir de hambre. Ahora están en medio de la nada, no entienden bien que pasa, confiaban en Europa, en todos nosotros, en nuestra humanidad. Los jóvenes te cuentan lo que quieren estudiar, las madres te piden ayuda para sus bebés, algunos pendientes de cirugía o tratamientos. Muchos bebés y niños pequeños mostraban signos de alto sufrimiento psíquico. De las dificultades con la lactancia hablaré en otro post.
Idomeni me sobrecogió. Es un inmenso y caótico campamento de refugiados, junto a la valla, los policías macedonios al otro lado han plantado un tanque para dejar bien claro que no piensan dejar pasar a nadie. Pero el campamento militar que visité al día siguiente creo me dejó aún más desolada: aunque todavía pueden entrar y salir del mismo con relativa libertad las condiciones son durísimas y hay montañas de niños y niñas ahí también. Van talando los árboles de los alrededores para hacer sus pequeñas fogatas.
El tema es ¿cómo es posible que esto pase en Europa? Estamos dando un trato inhumano a todas esas personas que huyen de una guerra. ¿Cómo ayudar a que cese este drama? Creo que la solución tiene que ser necesariamente política. Me parece patético ahora recordar el debate al que hemos asistido en los últimos meses en la prensa española sobre el posible o futuro gobierno. Miles de horas en los medios de comunicación dedicadas a comentar detalles nimios o intrascendentes mientras este drama acontecía tan cerca. Aunque queramos mirar para otro lado y seguir como si nada, no vamos a poder. Esta gente está intentando cruzar Europa como otros muchos antes intentaron cruzar África. No tienen nada que perder porque ya lo perdieron todo. Incluso desde un punto de vista egoísta nos interesa abrirles las puertas, creo yo. Me gustaría que esos que quieren gobernarnos pasaran unos cuantos días en Idomeni. Tendría que ser el requisito mínimo antes de poder trabajar en política exterior ahora mismo.
A todas las personas que se preguntan cómo ayudar o qué hacer, dos cosas:
- Conocer la realidad, abrir los ojos y el corazón, estar informados, ir a los campamentos…
- Exigir a nuestros gobernantes y políticos acciones urgentes que resuelvan esta tragedia: abrir las fronteras, recibir a los refugiados, acabar con la guerra, hacer justicia.
0 comentarios en “La infancia refugiada”
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¿Solución política? ¿En este país, en este mundo? Ibone, si no les forzamos a ello, creo que no harán nada. ¿Cuánto está costando que haya decisiones políticas para frenar las innecesáreas, la violencia obstétrica en general? ¿Cómo forzar desde la sociedad la acogida de refugiados de guerra? Apoyo tus dos propuestas de acción. Diría además que en este país con acciones comprometidas, como huelgas de hambre colectivas o similares, con contundencia e impacto que pongan más en el debate de la calle y los medios esta vergUEnza. Hablar de ello en la calle, llevarlo a los ayuntamientos, exigir desde todos los ámbitos. En las fronteras creo que ya es hora de apoyar y participar en el sabotaje humanitario colectivo. Rompiendo alambradas y concertinas con herramienta adecuada, apoyando y acompañando a l@s refugiad@s en su cruce de fronteras ilegal y su peregrinaje, por todos los medios posibles, como los traficantes de personas, pero sin cobrar. Creo que ya es hora de que nosotr@s también nos expongamos a los gases lacrimógenos, la posibilidad de ser encarcelados y las armas de la policía macedonia. La solución creo, es la acción comprometida y duradera que mueve conciencias y la acción que rompe fronteras en el sentido más literal de la palabra. Con material médico sí, pero también con pasamontañas, cizalla y sierra radial.
Hay que hacer una tercera cosa: ser muy beligerante todos los días con las actitudes xenofibas, de alta y de baja intensidad,que se producen en nuestro entorno inmediato y que son la base sobre la que luego se construye el discurso que justifica esta barnarie. Romper el discurso que justifica la existencia de un ellos y un nosotros.