Antes, cuando la compraventa de recién nacidos era ilegal, resultaba bastante difícil conseguir uno. Había que saber moverse con sigilo, contactar con las personas adecuadas, esperar un tiempo, no decir nada a nadie. Los bebés por aquellos tiempos se solían robar a sus madres, mujeres pobres, presas, rojas o con alguna discapacidad, de maneras muy burdas, generalmente diciéndoles que habían muerto en el parto o nada más nacer.
Ahora es bastante más sencillo porque el tráfico de bebés ya es legal en muchos países del mundo y el mercado no deja de crecer. Hoy es sólo una cuestión del dinero que cada cual se quiera gastar y de las preferencias. Se puede elegir el país donde nacerá el bebé, el color de ojos y hasta los genes del futuro recién nacido, que pueden ser los propios o los de donantes anónimos (lo que más se lleva son los genes caucasianos). Se puede elegir también en qué vientre se implanta y si se quiere establecer o no un vínculo con la mujer gestante. El parto se puede programar en torno a una fecha, lo que facilita enormemente los desplazamientos de los compradores.
El único problema de este mercado es que todavía no está contemplada la devolución, especialmente si el bebé comprado tiene alguna tara o defecto. Supongo que estarán al caer campañas similares a esas que recuerdan a la gente que no es buena idea abandonar sus mascotas al irse de vacaciones (“Él no lo haría” creo recordar que era el eslogan de una de esas campañas). Aunque ahora que lo pienso, lo que harán será facilitar más y más internados y centros donde poder abandonar a los bebés comprados una vez que dejen de satisfacer los deseos de sus compradores. Más negocio a la vista.
Compra-venta de recién nacidos
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1 comentario en “Compra-venta de recién nacidos”
Gracias, Ibone. Este tema, en mi opinión, es el ejemplo más extremo del pensamiento occidental predominante actualmente: el «porque yo lo valgo». O como diría una niña pequeña, «mamá, quiero, quiero, quiero». Lo más grave de esto es que detrás está la vida y la dignidad de un bebé, una persona. Y lo más grave del caso es que no hay debate. Siempre que en los medios (o en cualquier conversación cotidiana entre amigas) surge este tema, no surge como tema a debatir, sino como posibilidad real sin ningún tipo de conflicto ético. Gracias por sacar el tema e impulsar el debate (que no sé si llegará a darse donde debería darse…).