…»te hacen sentir pena por los políticos. No me refiero a los corruptos, a los grandes canallas, sino al que entra en la gestión pública lleno de buenas intenciones y a los pocos meses cae en una orgía de trabajo embrutecedora que sólo le deja tiempo para dedicar todas sus energías a mantenerse en el sillón. Pobres políticos, sí, pero sobre todo pobres de nosotros, condenados a ser dirigidos por estos enfermos. No sé, algo habría que hacer, prohibirles trabajar más allá de las siete de la tarde, mandarlos a casa el fin de semana, echarlos obligatoriamente cada tres años. No parece fácil escapar de esta trampa».
Rosa Montero
Rosa Montero lanzaba esas propuestas en su columna de hoy en El País. Enlaza con lo que vengo pensando ultimamente, y con la alergia que siempre he sentido al poder. La intución de que encierra una gran trampa a nivel personal, y que vi plasmada en ese grafiti: «Nos quieren obligar a gobernar y no vamos a caer en esa provocación» . La imagen está sacada de una excelente entrada de Amador Fernández Savater que recoge la propuesta del Comité Invisible. Coincide mucho con lo que yo pienso y no sé expresar.
Igual es porque llevo años en grupos de madres como Via Láctea y El Parto Es Nuestro, donde hemos aprendido a construir otra forma de ejercer nuestro poder: CUIDANDONOS Y CUIDANDO. En Via Láctea quien presidía la asociación era casi anecdótico, aunque siempre eran mujeres expertas y con larga trayectoria, el cargo era más simbólico que otra cosa. En El Parto es Nuestro creo que hemos aprendido bastante, y cada vez que renovamos junta una de las preocupaciones entre todas las socias es «cuidar a la junta».
A mi me gustaría preguntarle a los que entran en política o a los que llevan ya tiempo: ¿cómo te vas a cuidar del (o en el) poder? ¿Qué harás si tu padre o tu hijo pequeño enferman?¿Renunciarás a tu relación de pareja por el poder?¿Como cuidarás tu embarazo?
Me gustaría que el poder, si hay que ejercerlo, se ejerciera con maneras similares a las de el Consejo de las Trece Abuelas: sólo toman una decisión si están todas de acuerdo. Me gustaría que el poder lo ejerciera gente mayor, ya de vuelta, experta, que sepa escuchar, que se haya trabajado el ego, que haya cuidado la tierra o las personas, la vida, en definitiva.
Os copio los párrafos que más me han gustado del texto del Comité Invisible, con el enlace a continuación:
La política clásica propaga el desierto porque está separada de la vida: se hace en otro sitio, con otros códigos, en otros tiempos, etc. Hace el vacío (abstracción de los mundos sensibles para gobernar) y por tanto lo extiende. La revolución sería, por el contrario, un proceso de repoblamiento del mundo: la vida aflorando, desplegándose y autoorganizándose, en su pluralidad irreductible, por sí misma.
El problema de la organización es, por tanto, el problema de pensar cómo circula lo heterogéneo, no cómo se estructura lo homogéneo. El desafío de inventar formas y dispositivos de traducción, momentos y espacios de encuentro, lazos transversales, intercambiadores, ocasiones de cooperación, etc.
La “organización” más importante es, finalmente, la vida cotidiana misma, en tanto que red de relaciones susceptible de activarse políticamente aquí o allá. Cuanto más densa es la red, cuanta más calidad tienen esas relaciones, mayor es la potencia política de una sociedad.
Reabrir la cuestión revolucionaria (lectura del Comité Invisible).
¡Ah! Voté a Equo en las dos últimas elecciones, todavía no sé a quien votaré en las próximas.
PD. Un borrador de esta entrada se me ha publicado accidentalmente, ¡si te ha llegado por favor bórralo!
2 comentarios en “El problema con el poder y los cuidados”
Como siempre Ibone, me gusta mucho como lo cuentas:
«….. que el poder lo ejerciera gente mayor, ya de vuelta, experta, que sepa escuchar, que se haya trabajado el ego, que haya cuidado la tierra o las personas, la vida, en definitiva».
Un abrazo
Hola Ibone. Soy Carolina, de Equo. Me ha emocionado el último comentario, no lo sabía. Hace mucho tiempo que te sigo, y me ha gustado esta entrada porque me afecta directamente, y por qué también es algo en lo que pienso hace tiempo. No me siento cuidada, Ibone, y siento que dejo a mi familia de lado, cuando hago política. Pero no puedo dejar de hacer política, porque entonces me hacen la política, y estoy harta de no poder decidir por mí misma. Llevo mucho tiempo bregando, en Equo y en todos los espacios donde soy activista, porque la política la puedan ejercer los niños y la podamos ejercer con los niños. Porque hayan espacios para niños donde estamos tomando decisiones políticas y porque cuando los niños digan: ¡basta! No queremos escuchar nada más, los adultos abandonemos el debate. Llevo mucho tiempo también luchando por devolver el poder a la cocina y empoderarme cocinando, que es la forma que más me gusta de cuidarme y de cuidar a los míos. Mucho que pensar y repensar aún sobre este tema, y mucho por experimentar. Gracias por los enlaces. Espero que nos sigamos viendo por el camino. Un saludo.