Historia de un triángulo contada de forma circular. Así es la obra Viejos tiempos, de Harold Pinter: redonda. Y triangular.
La historia comienza con dos personajes, marido y mujer, que esperan la llegada de una vieja amiga de ella, a la que hace más de veinte años que no ve. Evocaciones y recuerdos se van enlazando en un pasado que sigue presente, girando en torno al perpetuo triángulo que tan a menudo son las relaciones de pareja.
La obra me hizo sentir muchas cosas. Esa inquietud que sentimos a veces al reencontrarnos con alguien muy cercano a nosotras en otros tiempos de nuestra vida, ese deseo de compartir recuerdos pero también ese temor a que ella o él nos muestre algo de nosotras mismas que no queremos recordar. O que incluso dudamos fuera real. Esa admiración, mezcla de deseo y envidia, que a veces sentimos por una mejor amiga más bella o simplemente más alegre y locuaz. Esa forma de tergiversar las historias cuando intentamos narrar nuestro pasado sentimental. Ese barniz del resplandor del otro u otra que se va cayendo inevitablemente con el paso del tiempo mostrando una realidad que nos acerca a la muerte mientras seguimos, como no, intentando soñar.
Viejos tiempos se representa en la sala pequeña del Teatro Español, con Ariadna Gil, Emma Suárez y José Luis García Pérez. Una sala efectivamente pequeña, ideal para esta obra de carácter intimista. Impecables los actores, él sosteniendo imperceptiblemente ese tremendo duelo entre ellas, que parecen seguir muy heridas por la pérdida de aquella amistad juvenil. El personaje de Emma Suárez parece ir haciéndose mayor conforme avanza la función. El monólogo final de Kate, interpretado por Ariadna Gil, es de tal fuerza que sus palabras parecen subir desde la misma tierra que Kate refiere tocar con sus gélidas manos. Inolvidable y exquisita interpretación de esta bellísima y extraordinaria, por como se apropia de la emoción más sutil, actriz.
«Hay cosas que uno recuerda aunque nunca hayan ocurrido. Hay cosas que yo recuerdo, que pueden no haber ocurrido, pero como yo las recuerdo, en realidad ocurren”.
Viejos tiempos en el Teatro Español