Carta a paciente aislado (a) II: la vida afuera

Querido (a) paciente aislado (a):

Espero que sigas bien. Pensaba en ti y en que te podía contar hoy, y me he acordado de Kathy Torpie. Esta mujer de Nueva Zelanda sufrió un atropello hace ya varias décadas que le hizo pasar tres semanas en la UCI. Luego contó en este vídeo su experiencia en la UCI. Lo que más le  ayudó a sobrellevar su ingreso fue un enfermero que cada día le hablaba y le contaba cosas de fuera: el tiempo que hacía o cosas que pasaban. Sobre todo, se dirigía a ella, le hablaba como si ella estuviera perfectamente, mientras que el resto de profesionales médicos y de enfermería le trataban sin apenas dirigirse a ella (probablemente pensando que por su estado ella no podía enterarse de nada). El testimonio de Kathy ha sido muy útil para ayudar a los que trabajan en las Unidades de Cuidados Intensivos a comprender la urgencia de tratar de forma humana a todos los pacientes, estén más o menos sedados. Es un vídeo que he usado mucho en mis clases en la facultad de medicina.

El caso es que recordando a Kathy se me ha ocurrido que hoy podría contarte como está la vida afuera del hospital. Es complicado, ¿cómo describírtelo? No sé cuantos días llevas tu aislado (a). Empezaré por lo bonito: el aire de Madrid está más limpio que nunca, y he sacado un par de fotos a las jaras y al cantueso para que puedas ver cómo avanza la floración. Por lo demás ayer tuve que entrar en Madrid a dejar a Cooper en la Clínica Veterinaria donde hoy le han operado (ha ido muy bien, por cierto) y fue una sensación muy extraña. Apenas vi a unas pocas personas conduciendo otros vehículos y varias ambulancias (eso fue lo que más me impactó, que los conductores de las ambulancias van solos y totalmente cubiertos con sus equipos de proteccion). Prácticamente nadie por las calles.  Pero a la vez es bonito comprobar que todos estamos cumpliendo al máximo las recomendaciones; a mi me resulta muy esperanzador ver en directo como ante la adversidad actuamos de forma solidaria.

Pero la verdad es que no esta siendo fácil para nadie.  Yo dedico parte de mi día a hablar con mucha gente: amigas y compañeros, muchos sanitarios y o profesionales de la salud mental. Me cuentan muchas cosas. Creo que todos estamos muy preocupados, la verdad, especialmente por más los más vulnerables. Las madres a punto de dar a luz, las personas que están solas en sus casas cuidando a menores con autismo o con cualquier discapacidad, las que viven con su maltratador…A los psiquiatras y psicólogos nos preocupan además mucho los profesionales que os están atendiendo: sabemos que está expuestos a niveles insoportables de estrés y dolor. Afortunadamente te cuento también que están surgiendo muchas iniciativas para ayudarles a mitigar el estrés y a cuidarles de una forma u otra. A mi esto me parece un avance histórico: significa que ya estamos comprendiendo lo importante que es cuidar la salud psíquica de los sanitarios, algo que hace unos lustros parecía una quimera. Asi que incluso si a ti también te preocupa la salud de los que te atienden y te cuidan, o si los ves agotados, quiero decirte que somos muchos los que estamos pensando en ellos y ellas y buscando maneras de cuidarles más y mejor.

Están circulando muchos chistes y memés graciosísimos por los grupos de wasaps. Aunque igual no es que sean tan graciosos, solo nos lo parecen ahora, porque tenemos una necesidad inmensa de risa y llanto. Necesitamos aliviar la tensión como sea, y a ti te pasará parecido. Llora lo que necesites, no temas ni pidas disculpas por llorar.

Yo estoy convencida de que esta pandemia va a sacar lo mejor de nosotros, que buena falta hacía.

Mañana recogeré a Cooper y te contaré más cosas.

¡Te pienso!

Un abrazo

Ibone

PD: Mucho ánimo querida Carmen, que pronto puedas volver a pedalear por Madrid. Y a mi vecina Rocío, que sea leve el aislamiento con tu preciosa Maeve. Para vosotras va esta preciosa canción, ¡atención a la letra! (¿Quién se iba a imaginar?)

Bailemos juntas y descalzas en casa

Erosión

El mundo gira
Rápido a mi alrededor
Y no sé si orbitar con él
O dejar que lo hagan los demás

Llévame vida llévame
Sin miedo sin tapujos ni mentiras
Porque esto se acabará
Ya sabéis que un día pronto acabará

Y sólo me queda disfrutar
Arder, quemar, reír y llorar
Porque esta es la verdad
Mantener la llama en la oscuridad
Porque esta es la verdad
Mantener la llama en la oscuridad

Pero no somos de piedra
Nacimos de la erosión
Que transforma el paisaje
Y mi alma también

Ya encontré la razón
Para amarte sin preguntarme
Y si vienen días grises
Ya vendrán días con los rayos del sol

Remaré y remaré
Por corrientes de electricidad
Que van de ti a mi
Que van desde aquí hasta otro lugar
Que van desde aquí hasta otro lugar

Pero no somos de piedra
Nacimos de la erosión
Que transforma el paisaje
Y mi alma también

Y así pasan los días
Que avanzan sin cesar
Llevándome a lugares
¿Quién se iba a imaginar?

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5 comentarios en “Carta a paciente aislado (a) II: la vida afuera”

  1. Hola a todos.

    No sólo estoy sola en casa sino que vivo en Suiza, un país donde no conozco a nadie que pueda considerar mi amigo o amiga. Las personas aquí, sin generalizar tanto como debería, son realmente superficiales y temen mostrar cualquier emoción que no sea la indiferencia o la alegría impostada por algún gesto que esté dentro de la lista de comportamientos cívicos; aquí no se acepta lo diferente. ¡Con lo diferente que yo soy! Ya en España era bastante libre en cuanto a pensamiento pero siempre encontraba con quien hablar, bailar o jugar, como fuese, la cosa siempre es pasérselo bien con algún abrazo verdadero como único deselance. Pues aquí ni abrazo, ni palabra ni pensamiento risueño que te haga volar un poco a otros colores que no sean el gris.
    Yo llevo «confinada» ya muchos meses, desde el 27 de septiembre del 2019, exactamente, cuando me bajé del avión que me trajo de Varadero, Cuba. Y esa decisión fue de mi corazón: Migración «repatrió» a mi pareja a su país natal por problemas con un trámite burocrático. Es algo muy injusto y sin sentido pero de eso no voy ni a hablar. Lo importante ahora era decir que este país, desde que puse el pie en la estación de tren de Berna en octubre de 2014, no me ha inspirado ninguna confianza ni ganas de salir más allá de lo que ya he intentado (que ha sido bastante, para lo que alguien puede experimentar en este país). Empezando marzo empezaba el sol a amarillear el cielo basiliense y decidí empezar yo también a brillar por fuera de casa. Pero también enseguida empecé a ver las noticias de España y me tuve que ir otra vez a casa. Aquí la gente pasa de todo porque no les interesa -ni quieren entender- la solidaridad como algo básico en las relaciones humanas. Se ríen de mí cuando me ven con la mascarilla puesta y me echo alcohol 70% cada vez que salgo del supermercado… Me da mucha pena sentirme tan sola en este mundo (aunque sea tan grande, lo sé), sin mi chico, sin amigos, sin un verdadero apoyo familiar… sin una conciencia social que se cuela por mi pantalla desde cientos de kilómetros pero que me falta nada más poner los pies en la calle. De hecho, ni siquiera me hace falta salir del edificio. Suerte que tengo a mi gato y mi gato me tiene a mí. A veces, nos enfadamos porque él miaga y miaga intentando que gire la manilla de la puerta para poder salir corriendo escaleras abajo, pero yo no quiero perseguirle por los rellanos en un juego laberíntico y encontrarme a un vecino gruñón por sorpresa… Sólo después de expresar claramente su molestia conmigo, con los típicos tiempos y distancias mininas, se acerca a mí para chocar suavemente su cabeza contra la mía y ya entonces este confinamiento tan surrealista me parece sólo un instante en medio de la vida.
    Tal vez esta historia no conmueva a nadie pero quería añadir mi relato a ese gran libro de soledades compartidas que ahora todos estamos escribiendo, pues creo que en esta época de nuestra historia la gente está aprendiendo a leer la realidad de forma diferente, por fin, y tal vez, en el mismo silencio, con el mismo corazón.

    Abrazos muy humanos y caricias muy mininas desde Basel, todos llenos de mucho amor, de ese que aquí dentro… ya no me cabe.

    Hasta la próxima a todos.

    Xío Xicarú

  2. Esperanza Amado

    Me acaban de brotar las primeras lágrimas desde que empezó todo esto.
    Gracias por ser tú con tu cariño quien me las haya sacado.
    Te quiero, muchísimo.
    Gracias

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