HipMama OriginalUn niño de cuatro años que lleva todo el día jugando disfrazado de hombre araña. Cae la tarde y ya cansado le pide a su madre que le coja en brazos y conforme lo hace se engancha al pecho (probablemente lo haya pedido al verle aparecer a ella semi desnuda). Está cansado, está feliz, tiene sueño, mama del lado izquierdo mientras acaricia el pezón derecho. Qué gusto, qué rica, qué sueño.

Mamá jugando se pone la máscara del disfraz del hijo y entonces sucede: mira a la cámara mientras con un brazo sostiene al hijo y con la otra mano acaricia su pie. La sombra es única y tal vez por eso la artista Ana Alvarez Errecalde ha decidido titular la imagen así: Simbiosis.

Seguramente no sucedió así, pero a mi me gusta la foto y me gusta imaginarme los momentos previos, el olor de ese atardecer, los pensamientos de ese niño antes de caer dormido o seguir jugando, la fuerza de ese brazo oculto en la imagen que sostiene al niño, la gota de leche que fluye con la caricia, la caída del pie que no vemos tal vez sobre una nalga.

Me gusta quedarme en el título mientras observo y compruebo que, efectivamente, todo ahí es simbiosis.

La madre artista difunde su obra. Lo que ella quiso decir tal vez tenga poco que ver con lo que yo percibo, pero eso creo que da igual, es arte y a mi me conmueve.  La obra cruza los mares y otra madre, esta vez editora de una revista independiente, Hip Mama, decide ponerla en portada.  Lo anuncian en su libro de la cara, también conocido como Facebook, y ahí la imagen es censurada. A alguien, probablemente a ¿varias?¿muchos? les resulta ofensiva. La imagen es censurada y la revista tal vez no llegue a los kioskos.
Hip Mama Red DotLa autora reflexiona y modifica la imagen. «Aquí no hay supermadres» añade. Qué bueno. Y reflexiona:

 «Para mí era una solución porque funciona como un punto de alarma sobre la situación de enfermedad de doble moral que sufre la sociedad (especialmente la norte americana que tiene un montón de prejuicios en torno a la lactancia). Preferí que la imagen estuviese «intervenida» (prefiero usar esta palabra a censurada) porque permite lugar al diálogo y a dar visibilidad a lo que me importa «

Me detengo en la imagen retocada. Ya no me parece que el niño sueñe, ahora siento en ellos todo el peso de esa mirada terrible, que censura los abrazos y las simbiosis. Esa mirada cargada de prejuicios que critica a las madres que no juzgan los deseos de sus hijos e hijas, que les colman de placeres. Me impacta. Ahora la madre enmascarada me  mira desafiante, y es todas las madres, las que se esconden y las que no lo hacen, las que abrazan a pesar de todo, las que sostienen, las criticadas y las juzgadas, las que aman.

Las palabras de Ana Alvarez Errecalde me parecen magistrales, verdaderas:

“La violencia hacia las mujeres se inicia con la represión de su sexualidad, la apropiación de sus partos, la interferencia en todos los ciclos vitales y la creación de roles manipulados. Una madre negada negará a sus hijos su cuerpo y su presencia, de modo que todos terminan conformándose a una sociedad desatendida, no amada, desnutrida”.

 

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34 comentarios en “Simbiosis censurada”

  1. Uno cuando interpreta algo.. se da cuenta que lo interpreta desde donde conoce, desde donde es?? Andrea esto que has «visto» de vos lo expresas muy claramente… La foto es otra cosa… para mi es otra cosa… para cada persona es otra cosa… uno aporta al mundo los que es, lo que piensa y lo que ve…

  2. Iba a dar a Andrea una respuesta muy larga, pero creo que lo resumiré así: la calidad artística de esta foto es inmensa. Dada tu formación, creo que comprenderás bien la razón: es una fotografía que nos obliga a posicionarnos respecto de nuestras propias creencias, no podemos contemplar esta obra sin completarla con nuestro propio repertorio vital, nos convierte en parcitipantes de la obra, como explica Aurora Fernández-Polanco. No es posible hacer una interpretación de la misma con Vasari o Greenberg.
    El arte ha muerto y la interpretación que haces de la obra es tu autorretrato.

  3. El comentario de Andrea me ha llamado mucho la atención, me he detenido en su largo análisis tomando notas, sin el afán inicial de compartirlo por aquí, pero veo que asi como se toma la libertad de compartir sus pensamientos, me tomo la libertad de compartir los míos sobre su análisis, que me he permitido leerlo con detenimiento, ella analiza la imagen, yo analizo su análisis, porque pienso que detrás de cada interpretación están percepciones inconscientes, conscientes acumuladas que no necesariamente pueden representar a muchas personas, pero que detrás traen zarpazos disfrazados de amabilidad, la coherencia no es precisamente lo que caracteriza a su análisis.

    Segun leo, veo que supone, pre-supone y luego concluye desde un solo ángulo, he tratado de comprender que es lo que busca transmitir en el fondo, pues repito se viste de amabilidad y comprensión inicial o posterior, pero en el fondo muy asolapado es un ataque durísimo con el trabajo y con una mujer que ella misma considera valiente según escribe, pero que pareciera que disimuladamente quisiera reducirla lo más que se puede.

    Particularmente no me gustan las firmas indicadoras que sutilmente se manifiestan y quieren transmitir curriculum, autoridad, ‘tiempo de lactancia’ curioso, me pregunto como sería si después de cada comentario mio pusiera ‘amamantando en tandem x tiempo’, pues implica adjudicarse particularidad y autoridad sobre determinados temas, paradójico pues eso justamente es uno de los puntos ‘autoridad poder’ que critica en algún punto de su largo texto.

    Me apena que personas que amamantan a sus hijos vean ‘dependencia’ en una bella imagen que las que amamantamos vemos y sentimos conexión madre-criatura, dice textualmente: «el niño es el que guarda una relación de dependencia con la madre tanto afectiva como alimentaria, al estar mamando».
    Me pregunto si la que escribe conoce lo que es la simbiosis madre-criatura, no parece que estas lineas salieran de una madre que amamanta, triste.

    Concuerdo con esta frase: «La problemática que plantea la artista gráfica no es menor, es un tema que afecta a toda la población en su conjunto, niños, mujeres y hombres, ya que lo que se pone en cuestión con está foto es el tema de la infancia, de la maternidad, de la lactancia y de la sexualidad femenina, cuestiones absolutamente profundas y fundamentales para nuestra sociedad».

    Pero no concuerdo de todo lo que deriva después en su comentario, pues esta problemática efectivamente pienso no es menor y justamente porque no lo es levanta tanta polvareda, vivimos en una sociedad NO AMAMANTADA, la norma no es amamantar sino la lactancia artificial, los BIBERONES son la norma, por ello la censura en las redes sociales, en la revistas, de hecho esta censura de la revista se ha dado en una sociedad, en la norteamericana donde las madres que amamantan incluso son echadas de los lugares públicos, (también ocurre en Europa) por ello esta imagen choca, remueve emociones y sentimientos profundos.

    Yo veo en el comentario un esfuerzo por ‘negar la censura’ tratar de taparlo, distorsionarlo, reducirlo, decir que no tiene importancia y pretender, negando ello, ir a una discusión ‘mas profunda’, bueno si de eso se tratara, la profundidad se le encontraría, porque según leo quién escribe parece saber por sus palabras que LA LACTANCIA ES PARTE DE LA SEXUALIDAD FEMENINA y justamente por ser una dimensión de algo tan clave conlleva a discutir temas profundos, puesto que de la sexualidad femenina, de su recuperación depende la recuperación de la sexualidad de todo humano en sí, y por lo tanto de una reestructuración clave de la sociedad en general. Pues si el tema profundo a hablar es la dimensión de la SEXUALIDAD FEMENINA, claro que sí y esta imagen titulada como simbiosis pone en el tapete.

    Estas frases:» «redoblamiento fálico» «travestirse a un ser masculino» «abuso de poder» «investirse de poder que viene del hijo» «deja de ser solo madre para priorizar otra posición de poder por encima de la maternal» «lo hace a expensas del ser más vulnerable de la relación» «‘además de ser el hijo de esa madre donante, le funciona a ella, como el atributo que porta el guerrero, delegándole al lugar de siervo de un amo que a su vez le necesita para ser tal».
    Me parecen no provenientes de la mente de una madre que amamanta sino de la mente de una mente religiosa patriarcal condenando a una mujer que osó presentarse en una imagen amamantando a su cría disfrazada del héroe de turno, me disculpo la comparación, pero estas frases que cito me parecen déjà vu.

    Que visión reducida de la pobre araña: «La araña, no es cualquier elección. Todas son depredadoras, generalmente solitarias, de pequeños animales. Tienen glándulas venenosas en los quelíceros, con las que paralizan a sus presas». Que curioso su texto largo es así como describe a la araña, me pregunto si las proyecciones conscientes o inconsciente que tenemos de los seres vivos, de la vida la proyectamos en nuestras críticas y desvelamos lo que tenemos integrado.

    Y como cereza en la torta estas frases: «si la imagen que está en juego es pornográfica o no, personalmente considero que si»»lo que me resulta impúdico de la misma, es que la acción que se representa es de orden privado como acto comunicativo, mientras que aquí aparece como una ostentación, algo dirigido a otro como prueba de poder.» «El hijo es exhibido groseramente por aparecer contextualizado en una acción que si bien la incluye, difiere enormemente de lo intimo del acto de dar de mamar. De lo que somos testigos es de la figura de una madre-hombre-araña gozando con el hecho de excitar a un público (probablemente de género femenino) exhibiendo el empoderamiento como producto de su maternidad, no a la lactancia ni al hijo mismo».
    Esto confirma mi percepción anterior que las ideas de ‘privacidad’ ‘impúdicidad’ provienen de una mente religiosa patriarcal. Buen trabajo hace la moral e ideología patriarcal, si no hubiera firma la adjudicaría que proviene de una mente religiosa masculina, lamentable proviene de una mujer.

    Este otro texto: «Lo que redobla lo conflictivo y que hace de esta representación “pornográfica” según mi entender, es que no hay una relación entre iguales, quiero decir una mujer y un hombre, una mujer con otra mujer, un hombre con otro hombre, etc. Personas con la misma capacidad intelectual y madurez emocional capaces de decidir si quieren o no quieren hacer público un acto de su vida íntima y privada, en este caso hay un menor y quien legitima su participación en la acción es su madre, el niño sólo parece partícipe por añadidura.»
    Me parece realmente triste y lamentable pues reduce a la criatura a algo inferior, sin capacidad de decisición, quienes estamos por una crianza pro respeto de la criatura sabemos que nuestra criatura vale tanto como cualquier adulto, que tiene tan igual capacidad intelectual y emocional que un adulto y quizás, incluso mayor porque la criatura no está totalmente formateada por el sistema y no tienen los programas mentales que el adulto ya tiene incorporado.

    Esta frase: «También me resulta inquietante que una fotografía como esta se exhiba por ciertos medios de comunicación particulares en los que su efecto podría resultar en la emisión de un mensaje no sólo confuso sino también algo perverso si no mediase una mirada crítica al enfrentarse con ella».
    Me pregunto, ¿como puede inquietar a una madre que amamanta esta imagen? a quien puede inquietar? me atrevo a afirmar perturba a quien tiene la mente perturbada. Lo que inquieta a la sociedad es que se cuestione que los pechos humanos femeninos no solo sirvan para vender algo, sino desvele su profunda dimension humana que es lo original de todo mamífero alimentar no solo fisica sino sobretodo afectivamente a su cria.

    Sigo leyendo y me sorprende del linchamiento a un apaciguamiento: «Tal vez Ana Álvarez-Errecalde no tuviese intención alguna».
    Me parece que se la pone ante un juez, se la juzga, se la excomulga, se retrocede, luego se vuelve al ataque.
    Me pregunto cuán SUBVERSIVA es esta imagen de Ana Alvarez que incluso se tenga que hablar de aplicar códigos deontológicos, textualmente dice:
    «considero que lo editores responsables de publicaciones o medios en general, deberían acogerse a códigos deontológicos respecto al material que seleccionan para sus publicaciones…la lactancia materna. Se trata de una cuestión muy delicada porque refiere a la crianza, es decir a como las madres (y los padres) se posicionan respecto de su hijo y por tanto tiene una incidencia fundamental en las generaciones presentes y futuras».

    Cuando leo todo esto me digo este análisis ¿que busca detrás? parece que trabajara para los intereses de alguien, en todo caso puede ser muy rápidamente contratada por una multinacional tal como Nestlé a quién cita, pues evidentemente esta imagen es demasiado subversiva y atenta contra los intereses de la crianza robotizada, tema jugoso por cierto de lo que de una maternidad robotizada puede salir…

    Y para terminar mi análisis, del análisis, esta frase me parece provenir de alguien (que curiosamente se asemeja al pensamiento industrial marketero) que le asusta lo que puede causar la imagen subversiva de ‘simbiosis’, recordando por supuesto que el término buena o mala madre, sale de las bocas no precisamente de las madres que son pro lactancia, apego, pro crianza natural, sino todo lo contrario:
    «…la utilización de una “madonna con su hijo” más que fomentar otros modos de maternidad, más libres, menos convencionales y afectados por la radicalidad del mercado, está confundiendo el imaginario colectivo acerca de lo que es la lactancia y la crianza de un hijo, puesto que mujeres, madres o futuras madres, al ver esta imagen podrían de no mediar la crítica, convertirla en el ícono de lo que sería una “buena madre” adscribiéndose al que tal vez sea el único lugar impúdico de la maternidad, aquel que convierte algo “del dar” en “el tomar”, lo que implica una apropiación indebida de un ser diferente por parte de una madre que se presenta como sedienta de poder y de un hijo que es presentado como efecto y no como afecto.»

    1. Se ha iniciado un interesante debate.
      Valga repetir lo que antes puse: a veces, un huevo es dolo un huevo y no un deseo maternal insatisfecho.
      Es decir, en ocasiones tratamos de dar un significado trascendental a algo que es orgánico, animal y simple. Para mi esto es una foto, bella, bien compuesta, cálida y que entra en resonancia con mi emotividad como madre lactante. No veo símbolos fálicos, arañas, pornografía, transferencia objetal, traumas de la infancia ni chinchinabos en vinagre. Simple que es una.

      En la expresión artística, el arte es el medio de comunicación de un mensaje que raramente es igual para el emisor y para el receptor, así que la interpretación que de el hagamos no puede dejar de decir mucho de nosotras.

      ¿que me dice a mi? Pues una imagen bella de una mamifera con su cría, que mira a la cama vestida desafiante como una fiera que protege a su cachorro, que protege al vinculo que con este tiene. Una mirada altiva llena de fuerza que existe, no para el observador, sino a pesar de él. Una leona frente a las hienas, que crea un entorno seguro para su cría.
      No me importa (no le importa) si el niño esta o no mamando: esta con ella y esta seguro. No le importa la edad del hijo. Es su cachorro.

      Y, desde luego, esta interpretación dice mas de mi que de la propia foto. Porque, a veces, un huevo es sólo un huevo.

  4. Me gustaría analizar la fotografía “Simbiosis” (2013) de la artista Ana Álvarez-Errecalde porque considero muy interesante la polémica que ha suscitado.

    A nivel formal la obra es una autorretrato de la fotógrafa con su hijo, un niño de unos 4 años y su descripción objetiva la siguiente: Ella está erguida en mitad de la fotografía con el torso desnudo, ligeramente ladeado hacia atrás y cogiendo a su hijo que está en su costado izquierdo, sostenido con su brazo. En la mano lleva una anillo con una piedra que parece ámbar que ocupa toda la falange del dedo corazón. El niño está disfrazado de superhéroe, el hombre araña, pero lleva la cabeza descubierta y la tiene recostada sobre el pecho de su madre, con una mano apoyada sobre el otro pecho, apretando su pezón. La figura de la mujer lleva una falda larga hasta los pies, tiene el rostro tapado con la máscara del disfraz de su hijo. En el ángulo izquierdo aparece proyectada la sombra de la mujer y el hijo unidos bajo la luz del atardecer y al otro lado, en el ángulo derecho y parte superior de la foto hasta el nivel del suelo la sombra de un árbol que se une a la sombra de la madre y el hijo. Madre e hijo no se miran, ella está mirando al espectador y el niño tiene la mirada hacia el suelo. El fondo es una pared de cemento y el suelo es de tierra, piedras y polvo.

    Recojo el artículo “Simbiosis Censurada” de Ibone Olza que habla acerca de la salida de portada de la revista Hipmama de la obra de Ana Álvarez-Errecalde, en la que Olza entrevista a Errecalde y subraya unas reflexiones de la artista sobre su obra que en la que se dice: “Aquí no hay supermadres” (…) y en las que la fotógrafa reflexiona argumentando: -“Para mi era una solución porque funciona como un punto de alarma sobre la situación de enfermedad de doble moral que sufre la sociedad (especialmente la norte americana que tiene un montón de prejuicios en torno a la lactancia). Preferí que la imagen estuviese intervenida (prefiero usar esta palabra a censurada) porque permite lugar al dialogo y a dar visibilidad a lo que me importa”.

    La problemática que plantea la artista gráfica no es menor, es un tema que afecta a toda la población en su conjunto, niños, mujeres y hombres, ya que lo que se pone en cuestión con está foto es el tema de la infancia, de la maternidad, de la lactancia y de la sexualidad femenina, cuestiones absolutamente profundas y fundamentales para nuestra sociedad, que en la foto de la artista se entrecruzan y mezclan dando como resultado su propia interpretación acerca de estos asuntos, de gran interés humano, y de cómo ella los vive, los siente y los expresa. Desde luego es indudable que la de Errecalde es una apuesta muy valiente, ya que ha hecho un retrato de lo que ella siente que forma parte de su vida, su maternidad, su cuerpo, su lactancia. Ahora bien, al ser una propuesta que incide en el pensar y el sentir de todas aquellas personas a las cuales estos temas les conciernen, es decir a buena parte de la sociedad, es importante desde mi punto de vista no “intervenir”, como dice la artista, ni censurar la foto como lo han hecho en la revista Hipmama (si interpreto correctamente se ha tratado de un caso de censura previa que ha ejercido la revista motivada por la opinión sobre la portada de ciertos puntos de venta de la publicación), si no más bien participar en el dialogo que la artista propone al lanzar este retrato al mundo, y que si habilita sin caer en la trampa de la censura o los dogmatismos, a poner en cuestión el discurso acerca de su obra haciendo una lectura critica de la misma y tal vez desvelar un “nivel más profundo” en aquello que dice o pretende decir con la imagen en cuestión.

    Los personajes. El primer punto que me gustaría analizar es la relación que se plantea entre las dos personas retratadas en la imagen, la madre y su hijo. En la obra se pueden apreciar dos actitudes distintas en los retratados que ponen sobre la mesa, desde mi punto de vista, varias cuestiones: 1. Que la relación que Errecalde sostiene en la fotografía es fundamentalmente con el espectador y no con su hijo, ya que es hacia al espectador hacia donde dirige su mirar enmascarado. 2. Que el niño es el que guarda una relación de dependencia con la madre, tanto afectiva como alimentaria, al estar mamando 3.El mostrar que el punto de enlace entre ambos es el pecho. 4. Que existe una posición asimétrica de las personajes, la posición del niño (lactante) que es sujeto por (de) la madre y la posición de la madre que no sabemos de quien es sujeto. Que dado el modo de posicionamiento de los personajes en el encuadre puede interpretarse que de la madre emana una actitud de poder, por el hecho de mirar fijamente y exhibir su torso desnudo, y del hijo vulnerabilidad por lo anteriormente descrito.

    La teta. Otra cuestión que me llama la atención es el encontrar desviado en su fin, lo que para mi es una lactancia, y el vínculo madre e hijo que implica. En toda lactancia, razonablemente, se produce un empoderamiento de la madre el cual ocurre por el propio hecho de poder dar amor y alimento a un hijo que depende enteramente del dicho amor y alimento. El problema desde mi punto de vista comienza cuando ese acto entre dos deja de pertenecer a la pareja madre-hijo para dirigirse fundamentalmente hacia otros testigos de la escena, en este caso el lente de la cámara y a través suyo a los receptores de la imagen. Así, del acto comunicativo materno-filial, se ha pasado al acto comunicativo entre la artista, su obra y el público, en las que quien sirve de nexo en ambas situaciones es el hijo, pero con fines muy diversos. Esto pone en juego desde mi punto de vista cuestiones relativas al poder, la dominación y la instrumentalización.

    La madre-hombre-araña. Algo que refuerza el sentido de lo expuesto en el párrafo anterior es la decisión de fotografiarse con la máscara de su hijo. Más allá de la explicación que propone Ana Álvarez Errecalde para su elección que aunque sin cuestionar su validez argumental, podemos ver más allá y observar que por una parte consigue reduplicar la idea de poder para ella, de modo que no solo es una mujer poderosa porque es capaz de dar el pecho a su hijo, sino que al mismo tiempo es un hombre poderoso, un superhéroe con unos poderes muy peculiares para atrapar a los malhechores, sus presas. Desde mi punto de vista, la consecuencia de aquello que interpreto como un redoblamiento fálico, es un acto de violencia, la decisión de la elección de travestirse a un ser masculino y superpoderoso como modo de expresar una lactancia es desde mi punto de vista un abuso de poder, para quien, para el hijo. En rigor de verdad, no hay supermadres como reza el artículo ni tampoco superhéroes ni mucho menos una combinación entre ambos.

    Así, Errecalde invistiéndose de un poder que viene del hijo, deja de ser solo madre para priorizar otra posición de poder por encima de la maternal, acaso la femenina, la de la artista, la masculina…eso no es un problema. El problema es que lo hace a expensas del ser más vulnerable de la relación, el hijo, quien en este caso, desde la perspectiva que observo está en juego, además de ser el hijo de esa madre donante, le funciona a ella, como el atributo que porta el guerrero, delegándole al lugar de siervo de un amo que a su vez le necesita para ser tal.

    La araña, no es cualquier elección. Todas son depredadoras, generalmente solitarias, de pequeños animales. Tienen glándulas venenosas en los quelíceros, con las que paralizan a sus presas. Producen seda, llamada tela de araña o telaraña, que usan para tejer redes de caza, tapizar refugios e incluso hacerse llevar por el viento.

    La sombra proyectada. Desde mi punto de vista es tal vez el elemento más perturbador. La sombra en la pared dibujada bajo la calida luz del atardecer es la imagen del personaje de la madre que se proyecta con aquello que ha reintegrado a su vientre, el hijo. De esta imagen podría hacer dos lecturas, la primera, entender la sombra como un embarazo, lo que sería desde mi punto de vista confundir dos estadios de la crianza de un hijo (bien diferenciados) en un mismo momento cronológico y la segunda, es interpretarla como la imagen de una madre con el estómago lleno (“¿de qué? o ¿de quien?”) acabada de descender de su tela de araña.

    Lo pornográfico. Acerca del debate que ha levantado en la red esta fotografía, sobre si la imagen que está en juego es pornográfica o no, personalmente considero que si. Está representación podría ser tomada como la de una maternidad, madre con niño mamando, hecho que por si mismo no es pornográfico ni en el caso de dar la “teta” en público ni por la razón de que la lactancia materna forme parte de la sexualidad femenina, sino lo que me resulta impúdico de la misma, es que la acción que se representa es de orden privado como acto comunicativo, mientras que aquí aparece como una ostentación, algo dirigido a otro como prueba de poder. El hijo es exhibido groseramente por aparecer contextualizado en una acción que si bien la incluye, difiere enormemente de lo intimo del acto de dar de mamar. De lo que somos testigos es de la figura de una madre-hombre-araña gozando con el hecho de excitar a un público (probablemente de género femenino) exhibiendo el empoderamiento como producto de su maternidad, no a la lactancia ni al hijo mismo.

    Lo que redobla lo conflictivo y que hace de esta representación “pornográfica” según mi entender, es que no hay una relación entre iguales, quiero decir una mujer y un hombre, una mujer con otra mujer, un hombre con otro hombre, etc. Personas con la misma capacidad intelectual y madurez emocional capaces de decidir si quieren o no quieren hacer público un acto de su vida íntima y privada, en este caso hay un menor y quien legitima su participación en la acción es su madre, el niño sólo parece partícipe por añadidura. Por todo lo expuesto, considero que estamos ante una representación en la que encontramos un claro ejemplo de una flagrante estructura de poder asimétrica aquí disimulada tras otros disfraces argumentales.

    También me resulta inquietante que una fotografía como esta se exhiba por ciertos medios de comunicación particulares en los que su efecto podría resultar en la emisión de un mensaje no sólo confuso sino también algo perverso si no mediase una mirada crítica al enfrentarse con ella. No cuestiono de modo alguno la posible intención primaria de la artista de promover, divulgar y defender la lactancia materna y los derechos sexuales de las mujeres, tal como ella señalaba para la revista Hipmama.

    Tal vez Ana Álvarez-Errecalde no tuviese intención alguna de decir lo que interpreto dice sin querer decirlo. Tampoco ella al tomar la fotografía consideró a los destinatarios de la misma como los lectores de la revista Hipmama ni a las defensoras de la lactancia materna o de maternidades alternativas a la que propone el establishment que promueve Nestlé, puesto que la imagen no fue hecha para la revista ni tampoco para ser divulgada vía Facebook, es en definitiva como ella enseña su vínculo con su hijo al mundo, lo que pretende decir o lo que dice sin pretenderlo.

    Sin embargo, considero que lo editores responsables de publicaciones o medios en general, deberían acogerse a códigos deontológicos respecto al material que seleccionan para sus publicaciones por supuesto siempre tomando como punto de partida la libertad de expresión y los derechos que asisten a los medios de difusión sean del tipo que fueren y a sus lectores, pero sosteniendo en primer lugar una mirada crítica y no oportunista cuando hablan sobre cuestiones de gran importancia social como es el caso de la lactancia materna. Se trata de una cuestión muy delicada porque refiere a la crianza, es decir a como las madres (y los padres) se posicionan respecto de su hijo y por tanto tiene una incidencia fundamental en las generaciones presentes y futuras.

    La foto no ha llegado a ser portada de la revista porque los centros de venta no han querido vender Hipmama con dicha portada y han pedido cambiarla. Este acontecimiento ha traído consigo una nueva dosis de empoderamiento adicional a la fotografía, ya que algunos defensores de la lactancia materna han “aprovechado” la circunstancia para nombrarla interpretar lo ocurrido como “censura” y utilizarlo como alimento en su posición combativa de la defensa de una opresión sexista que vive en nuestra sociedad que sin polemizar si es o no así, lo que si escapa a su análisis es haberse hecho la pregunta autocrítica acerca de que dice esta imagen en una lectura interpretativa no simplemente como bandera de la defensa de los derechos de la mujer. Puede ser también que no hayan reparado en que el fin no justifica los medios y que armas algo o bastante espurias como la utilización de una “madonna con su hijo” más que fomentar otros modos de maternidad, más libres, menos convencionales y afectados por la radicalidad del mercado, está confundiendo el imaginario colectivo acerca de lo que es la lactancia y la crianza de un hijo, puesto que mujeres, madres o futuras madres, al ver esta imagen podrían de no mediar la crítica, convertirla en el ícono de lo que sería una “buena madre” adscribiéndose al que tal vez sea el único lugar impúdico de la maternidad, aquel que convierte algo “del dar” en “el tomar”, lo que implica una apropiación indebida de un ser diferente por parte de una madre que se presenta como sedienta de poder y de un hijo que es presentado como efecto y no como afecto.

    Andrea Moreno Luchsinger. Madre de una hija de 21 meses aún lactante. Licenciada en Historia del Arte por la UCM y estudiante de filosofía de la UNED.

    1. Estoy a punto de salir de viaje y no tengo tiempo para contestar a cada punto, aunque aprovecharé algunas de las cosas que ya le he comentado a Andrea a nivel privado para que queden expuestas en éste debate público:

      Aunque discrepo enormemente con lo que expone y considero que por diseccionar la imagen termina perdiendo el conjunto de lo que se transmite, obviando la verdadera semiótica que desvela la fotografía, respeto su opinión y agradezco el tiempo de reflexión que le ha dedicado a mi trabajo.

      Hablar de «pornografía» en la imagen me parece de una doble moral preocupante. Hoy en día cualquier visita al supermercado, cualquier revista, cualquier comercial de la TV, etc. ofrece imágenes de bebés vendiendo desde pañales a seguros de vida. Imágenes de niñas en poses y vestimenta no apropiada a la edad venden no sólo productos sino la falacia de una juventud eterna, la mujer-adorno, la mujer-objeto, la mujer-hueco. Un repaso por Facebook ventila fotografías de menores (incluida la niña de Andrea) que debido a la época en la que han nacido no llegarán jamás a conocer la posibilidad del anonimato (hay controles y cámaras en cada autopista. Una fotografía de satélite es capaz de desvelar la identidad de cualquier persona aún detrás de una ventana).

      «Simbiosis» no vende nada de todo esto. Mi hijo no está siendo manipulado ni lo he hecho pasar por la tortura de castings, ni me quedo con el dinero de algún contrato publicitario. De hecho fue él quien me pidió que le hagamos una foto de despedida a la teta.

      Me asombra que pueda verse abuso en una maternidad autoproyectada consciente y amorosa. ¿Cuál es el fin que persigue esta crítica más allá de una visión paternalista y aleccionadora? ¿Hasta que punto una crítica así no se traduce en el mero ataque de mujer a mujer que deja en evidencia la competitividad que nos han inculcado?

      Que Andrea firme como madre lactante de una niña de 21 meses denota el carácter competitivo de su texto:

      -¿Está bien proclamar por escrito, incluyéndolo en el breve curriculum de la firma, que damos la teta a nuestr@s hij@s pero no está bien mostrar el acto de amamantar? ¿o quiere posicionarse como mejor madre (mejor apta y calificada para hablar del tema puesto que lo incluye junto a su breve curriculum académico) porque amamanta a su niña de 21 meses pero considera que con cuatro años ya se puede decretar abuso?

      Cada uno de los puntos que menciona difieren tanto con mi propuesta como con mis argumentos conceptuales y simbólicos (incluido el tema de la araña y el «hombre»). Como esto no es una entrevista, sino un ensayo, no puedo permitirme exponer mis diferencias ni responder a cada una de sus interpretaciones. Su lectura sobre una relación de poder asimétrica deja en evidencia lo poco que creo que ha entendido sobre la relación simbiótica que establece la obra. En la cuál la relación es lo que queda formado a partir de la simbología de un traje “superpoderoso” que se completa. El vínculo: que tiene tanto de infantil como de adulto, tanto de lúdico como de desafiante. Si hubiera un «superhéroe» es simplemente el vínculo: ni hombre ni mujer, ni niño ni adulto. Una relación respetuosa y amorosa que en simbiosis es capaz de de afrontar con calma y atención cualquier desafío.

      La primera vez que compartí esta fotografía en Octubre del 2013 (que por cierto forma parte de una serie más grande que incluye mis reflexiones sobre la maternidad de mis tres hij@s, más una pérdida gestacional tardía) éste fue el comentario que había hecho sobre la obra: «Mi postura en relación a la maternidad, con la obra SIMBIOSIS http://www.alvarezerrecalde.com/ se aleja de la idea de SUPERMOM tanto como mi idea de mujer se aleja de la idea de SUPERWOMAN en general. En mi caso no considero la maternidad como un superpoder por encima de l@s hij@s, sino como una relación absolutamente simbiótica, en donde cada ser es completo por sí mismo pero se reinventa y se fortalece en la relación que establece con el/la otr@.»

      Una amiga que vive en USA, me ha enviado una fotografía de la revista Hip Mama en el supermercado de su barrio. Su niño, que es amigo de mis hijos, se asombró de saber que nosotros estábamos en la tapa. Le dijo a su mamá que en el próximo número quería salir él… Me quedé pensando si no será abuso de poder asumir que los niños son menos inteligentes o no pueden tomar decisiones. También pensé en la hipocresía de una sociedad enferma que ve abuso por hacer pública una fotografía mientras que ampara todas las decisiones que se ejercen en privado (aún aquellas que no respetan ni dan prioridad al bienestar de los pequeños como los castigos, la obligatoriedad de asistir a guarderías y parvularios, el destete cuando dicta el pediatra, perforar las orejas o circuncidar a los niños en USA por ejemplo) mientras se hagan sin levantar polvoreda.

      Tal vez otro de los aspectos de la obra que en algún momento también consideré queda hoy más que nunca desvelado: Mi cara enmascarada termina denotando tanto el acto subversivo que implica hoy en día dar y mostrar la teta como también me convierte en el verdugo quien así quiera puede ver.

      Un saludo y muchas gracias Ibone por permitir este rico intercambio.

      Ana Álvarez-Errecalde

      1. Ana Alvarez me encanta tu trabajo y tus reflexiones que yo (permite mi osadía) entiendo como una misma cosa y es precisamente lo que me conmueve. <3

    2. Andrea, he leído tu comentario varias veces y confieso que me tiene perpleja: me cuesta mucho entender tu análisis. Leerlo me produce un malestar difuso que me resulta difícil desentrañar. Aun así intento responderte, incidiendo en los párrafos que más perplejidad, extrañeza y /o irritación indistintamente me causan.
      “El niño es el que guarda una relación de dependencia con la madre, tanto afectiva como alimentaria, al estar mamando” Esto me parece de Perogrullo: todos l@s niñ@s –de 4 o 5 años- sean o no amamantad@s también guardan una relación de dependencia con sus madres, en el mejor de los casos… La dependencia no es por la lactancia, es condición inherente a esa edad…
      El mostrar que el punto de enlace entre ambos es el pecho”. Me parece reduccionista esta visión, yo no veo el pecho sino el abrazo que sostiene, el juego del niño en el que participa la madre, etc..
      Que existe una posición asimétrica de las personajes, la posición del niño (lactante) que es sujeto por (de) la madre y la posición de la madre que no sabemos de quien es sujeto. Que dado el modo de posicionamiento de los personajes en el encuadre puede interpretarse que de la madre emana una actitud de poder, por el hecho de mirar fijamente y exhibir su torso desnudo, y del hijo vulnerabilidad por lo anteriormente descrito.” No entiendo que de la desnudez del torso de la madre concluyas emana la vulnerabilidad del hijo, ¿sería menos vulnerable el hijo si la madre llevara el torso vestido?.
      En toda lactancia, razonablemente, se produce un empoderamiento de la madre el cual ocurre por el propio hecho de poder dar amor y alimento a un hijo que depende enteramente del dicho amor y alimento. El problema desde mi punto de vista comienza cuando ese acto entre dos deja de pertenecer a la pareja madre-hijo para dirigirse fundamentalmente hacia otros testigos de la escena, en este caso el lente de la cámara y a través suyo a los receptores de la imagen. Así, del acto comunicativo materno-filial, se ha pasado al acto comunicativo entre la artista, su obra y el público, en las que quien sirve de nexo en ambas situaciones es el hijo, pero con fines muy diversos. Esto pone en juego desde mi punto de vista cuestiones relativas al poder, la dominación y la instrumentalización.”
      Entiendo que esta reflexión puede ser aplicada a cualquier imagen pública de madres amamantando. ¿Propones entonces que las madres no se muestren amamantando en imágenes públicas?¿Los anuncios en los que se ven madres amamantando ponen en juego las mismas cuestiones de poder, dominación e instrumentalización?¿Las campañas de promoción del amamantamiento ídem?¿Influye en algo de tu percepción el hecho de que sea un niño de 4 o 5 años y uno un bebé de tres meses?¿Porqué?
      Podríamos entrar en un tema que a mí personalmente me preocupa bastante que es la exhibición pública de la vida íntima de los menores por sus madres o padres, algo totalmente aceptado en esta sociedad, y continuo: desde las redes sociales hasta la portada del Hola o de la prensa nacional (como en el caso de la niña infanta). Pero siento que no es ese el tema de tu análisis, siendo además que en este caso el menor es difícilmente reconocible, apenas se ve su perfil y desde luego está mucho menos expuesto que cualquier niño o niña en publicidad infantil.
      Más allá de la explicación que propone Ana Álvarez Errecalde para su elección que aunque sin cuestionar su validez argumental, podemos ver más allá y observar que por una parte consigue reduplicar la idea de poder para ella, de modo que no solo es una mujer poderosa porque es capaz de dar el pecho a su hijo, sino que al mismo tiempo es un hombre poderoso, un superhéroe con unos poderes muy peculiares para atrapar a los malhechores, sus presas. Desde mi punto de vista, la consecuencia de aquello que interpreto como un redoblamiento fálico, es un acto de violencia, la decisión de la elección de travestirse a un ser masculino y superpoderoso como modo de expresar una lactancia es desde mi punto de vista un abuso de poder, para quien, para el hijo.”
      ¿Redoblamiento fálico? ¿Travestirse a un ser masculino? Andrea, aquí ya no te puedo seguir. Me vienen a la mente unas frases de Casilda Rodrigañez y Ana Cachafeiro:
      El reconocimiento de que hay una libido femenina maternal que se orienta hacia la criatura que la mujer alumbra, socava los cimientos del discurso patriarcal. No nacemos con complejos de Edipo, ni con castraciones; no nacemos con carencias, sino con una enorme producción de deseos, de deseos maternos, que bien pronto se estrellan contra las pautas y los límites establecidos por las normas patriarcales.
      La sexualidad infantil no es ni masculina ni femenina: el deseo materno es el mismo en el bebé con pene que en el bebé con útero y vagina. Todo el Edipo es una fabulosa tergiversación de los deseos de las criaturas. El concepto de incesto encierra otro descomunal engaño, porque intencionadamente engloba y confunde la sexualidad materno infantil y la sexualidad coital

      (cita de La represión del deseo materno y la regresión al estado de sumisión inconsciente)
      «Lo pornográfico. Acerca del debate que ha levantado en la red esta fotografía, sobre si la imagen que está en juego es pornográfica o no, personalmente considero que si. Está representación podría ser tomada como la de una maternidad, madre con niño mamando, hecho que por si mismo no es pornográfico ni en el caso de dar la “teta” en público ni por la razón de que la lactancia materna forme parte de la sexualidad femenina, sino lo que me resulta impúdico de la misma, es que la acción que se representa es de orden privado como acto comunicativo, mientras que aquí aparece como una ostentación, algo dirigido a otro como prueba de poder. El hijo es exhibido groseramente por aparecer contextualizado en una acción que si bien la incluye, difiere enormemente de lo intimo del acto de dar de mamar. De lo que somos testigos es de la figura de una madre-hombre-araña gozando con el hecho de excitar a un público (probablemente de género femenino) exhibiendo el empoderamiento como producto de su maternidad, no a la lactancia ni al hijo mismo.
      Debemos de tener conceptos muy distintos de lo que es pornográfico. Desde luego no entiendo de esa imagen que la madre-araña (usando tus términos) goce con el hecho de excitar ¿sexualmente? a su público. ¿Todas las imágenes de madres fotografiadas amamantando a sus hijos exhiben su empoderamiento y son por lo tanto pornográficas?
      Lo que redobla lo conflictivo y que hace de esta representación “pornográfica” según mi entender, es que no hay una relación entre iguales, quiero decir una mujer y un hombre, una mujer con otra mujer, un hombre con otro hombre, etc. Personas con la misma capacidad intelectual y madurez emocional capaces de decidir si quieren o no quieren hacer público un acto de su vida íntima y privada, en este caso hay un menor y quien legitima su participación en la acción es su madre, el niño sólo parece partícipe por añadidura. Por todo lo expuesto, considero que estamos ante una representación en la que encontramos un claro ejemplo de una flagrante estructura de poder asimétrica aquí disimulada tras otros disfraces argumentales.”
      Volviendo a Casilda, para mi esto que dices es un clarísimo ejemplo de: “confundir la sexualidad materno infantil y la sexualidad coital”
      Andrea Moreno Luchsinger. Madre de una hija de 21 meses aún lactante. Licenciada en Historia del Arte por la UCM y estudiante de filosofía de la UNED.
      Creo Andrea que lo que más me ha desconcertado de todo ha sido tu firma. Como si pudiera esperar este tipo de criticas y juicios por parte de muchas personas pero no de una madre que amamanta pasado el año. En fin, te agradezco el comentario y la firma que como te digo me obliga a revisar mis propios juicios y prejuicios. Te deseo una feliz lactancia.

    3. He leído un par de veces tu escrito porque no puedo creer que alguien se tome tanto tiempo para intentar descalificar un trabajo tan intenso y expresivo como el de Ana Alvarez-Errecalde. Posiblemente te has encontrado con algo tuyo que no te agrada y por eso intentas ser amable cuando en realidad estás buscando hacer daño …
      Espero que si te dedicas a dar clases de HIstoria del Arte, nunca transmitas a los alumnos tus interpretaciones ponzoñosas de las obras que los artistas han creado con amor.

  5. Respuesta a Eva, sobre si puede separarse el niño?:

    Creo que poco o nada hace la lactancia contra la independencia de un niño. Lo de «cortar el cordón» no va por ahí. La lactancia es nutrición,amor, apoyo… Eso son cosas que le das a un hijo no hasta el año o los dos, sino hasta que mueres.
    Pero claro, en cada edad se hace de un modo distinto. Y en como evoluciona extra relación es a lo k tu te refieres.

    Pues bien: hay relaciones patológicas que dan el pecho hasta los 5 años, y relaciones patologicas que no dan en absoluto. Madres sobre protectoras que dan o no bibe, madres desnaturalizadas que colechan o no. No es esto lo que define unarelacion materno\filial patológica.. Y, desde luego, esto sin hablar de enfermedades mentales maternas,que poco o nada tienen que ver con la teta.
    Si me apuras, diría que hace falta una cierta fortaleza y estabilidad para pactar, pero no tengo datos para sostenerlo, así k lo dejo como opinión personal

    1. la lactancia es amor y apoyo, sin duda, pero ¿se justifica que el amor y el apoyo sigan llegando de la misma forma a un niño o niña que ha ido creciendo y cambiando con el tiempo? ¿no es una forma de negar justamente el paso del tiempo?
      ¿y esa necesidad de negar el paso del tiempo, de quién es?, ¿no será exclusivamente de la madre? ¿no será una forma de protegerse ellas mismas del paso del tiempo?
      no defiendo la crianza desapegada de las generaciones anteriores, pero habría que ponerse a pensar si esta crianza con apego con es situarse en otro extremo y si, en el fondo, no estamos mirando y pecando por lo mismo: cubrir las necesidad de los adultos sin tener en cuenta de verdad las necesidades de los niños.

  6. Sin palabras. Asi me quedo. No hay palabras para agradecerte q compartas estas reflexiones.
    Brutal, verdades como puños y esta vez sin mascara de spiderman.
    La foto buenisima, tanto forma como fondo.
    Gracias Ibone

  7. Mi hijo tiene 7 años y ha mamado hasta casi cumplirlos, sigue siendo su refugio y su consuelo. Deciros q ni el trabajo ni los comentarios ni las tareas fueron en ningún momento prioritarios a la necesidad de él, ahora lo echó de menos… Mucho. Ahora puedo dedicar más horas a todo lo demás pero ese momento ya no volverá, os ánimo a disfrutar del placer de ser madre en esencia pura.

      1. no le veo lo positivo a la simbiosis infinita ni al «hasta que ellos quieran».
        de verdad que no veo lo positivo.

        el amor de madre debe regularse, como todo en esta vida. les pese a quien les pese.
        no importa lo que digan los médicos o sus instituciones. amamantaré hasta que yo quiera, sin dudas. pero una cosa es segura, no somos una simbiosis. lo fuimos durante un tiempo, pero no alimentemos la idea de que lo seremos eternamente. por favor.

    1. No se podrá separar? Si momentos previos estuvo jugando, yo me pregunto al revés qué pasa cuando no hay apego con la madre? Y la respuesta está en la descomposición social qué vivimos no importa el país, el otro ya no importa y pierde su sentido humano. Eso si debemos diferenciar los términos apego y simbiosis no es lo mismo

  8. Qué bonita imagen, la no censurada por supuesto. En qué sociedad vivimos!!! Increíble que se censure esto pero no insultos o otro tipo de actos que trasmiten dolor… Nosotros llevamos 13 meses de lactancia, mi hijo ya anda, y no faltan los comentarios de…»aún mama???» o «tu leche no le alimenta, necesita leche de vaca»… en fin…

  9. Qué grande eres, Ibone… muchas gracias por compartir de nuevo el trabajo de Ana. Es fascinante. Me queda grabado el último párrafo. Mi bebé tiene ocho meses y temo que dentro de poco yo también tenga que buscarme esa máscara de Spiderman. Quizá ya la tengo 🙂

  10. Yo me he permitio 22 meses de lactancia y escuchando mi cuerpo aprendi mucho de mi misma y de mi bebe,deseche el panfleto que me dieron en el hospital porque no informaba ni te enseñaba a entregarte a la lactancia sin miedos y disfrutarla.Mi cuerpo respondia a lactar pero sufri un desgaste tremendo,trabajo,una sociedad donde no existe la conciliacion familiar,yo por mi continuaria dando teta un año mas pero mi medico me dijo q si no la cortaba me enfermaria ,decidi cortarla pero mi cuerpo producia tanta leche que tuve q realizar dos tratamientos para dejar de producir leche…..esta sociedad es csstrante

  11. Qué pena y qué rabia… y a la vez qué fuerza y qué capacidad de «rehacerse» la de la autora de la imagen… Gracias por compartirlo, Ibone, como siempre es un placer leerte!!

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