Parece mentira. Cuando por fin se ha demostrado que el proyecto de construir un macrocasino en medio de Los Monegros era una estafa, va Esperanza Aguirre y da la bienvenida a los promotores de una «mini-Las Vegas» en Madrid. Me produce verdadera vergüenza ajena ver como algunos políticos se apresuran a frotarse las manos, aplaudir la iniciativa y vender su alma al diablo si es preciso con la manida excusa de «crear empleo». (Para saber más os recomiendo leer el abecé del fiasco).   Así que al ver como la amenaza del gran casino con ayudas públicas vuelve a resurgir he decidido rescatar la reflexión que como psiquiatra infantil escribí en 2007 sobre Gran Scala. Con el deseo de que el proyecto del macro casino madrileño termine de la misma forma que Gran Scala pero en mucho menos tiempo.

Se buscan ludópatas 

Leo con estupor que el gobierno aragonés ha dado el visto bueno a la construcción de un macro-casino, por llamarlo de alguna manera, en medio de Los Monegros:  http://www.elpais.com/articulo/espana/Monegros/tierra/espias/casinos/elpepuesp/20071213elpepinac_14/Tes

Se espera o se pretende que el inmenso centro se convierta en el primer destino turístico de la península, que reciba más de 25 millones de visitantes al año.

Supongo que en la elaboración del proyecto ya habrán pensando cómo lo van a construir y cómo van a repartir los beneficios. Mi pregunta como psiquiatra infantil es cómo piensan las autoridades aragonesas conseguir los turistas. Me refiero en concreto a si han pensando algún plan que permita desde ya ir consiguiendo esos 25 millones de personas que tengan como prioridad en sus vacaciones gastarse el dinero en un casino en medio de Los Monegros. Porque permítanme que les aconseje, para conseguir semejante volumen de adictos al juego lo más rentable sería empezar ya desde la infancia, ya que los estudios demuestran que es bastante difícil conseguir que un adulto sano y emocionalmente estable se convierta en un ludópata. Así que como psiquiatra infantil se me ocurren varias sugerencias bastante económicas para contribuir a la fabricación de los 25 millones de adictos.

En primer lugar creo que hay que favorecer que criar hijos siga siendo toda una carrera de obstáculos. Nada de agilizar los horarios de trabajo de madres y padres ni prolongar las bajas por maternidad y paternidad. Por el contrario es muy recomendable que las embarazadas sigan trabajando hasta el final de su embarazo, con lo que seguirán aumentando los partos prematuros y también los niños hiperactivos y con déficit de atención (que sabemos ahora es un trastorno favorecido por el estrés en embarazo y que si no se trata a tiempo favorece toda otra serie de trastornos). Por otra parte es conveniente seguir aplicando protocolos obsoletos a todas las parturientas que favorezcan que siga aumentando el numero de cesáreas y que los bebés pasen las primeras horas de vida lejos de sus madres y padres, así conseguiremos que el vínculo y la lactancia sean tareas bastante más difíciles de lo que la naturaleza ha previsto, que aumenten las depresiones posparto y las crisis de pareja. Que volver a trabajar sea una fuente de enorme estrés y que con los salarios actuales ambos progenitores tengan que trabajar para poder pagar una plaza en las guarderías privadas también contribuirá a su objetivo. Si durante los años siguientes los niños enferman continuamente, necesitan altas dosis de antibióticos y medicamentos para el asma será señal de que vamos por el buen camino. En cuanto a la etapa escolar la pauta a seguir también es bastante sencilla: basta con seguir haciendo todo lo posible para que la escuela pública deje de funcionar, invirtiendo en ella lo menos posible, favoreciendo que los mejores profesores se sientan absolutamente solos y quemados. Para ello no hay más que mantener las ratios actuales de 20 o 22 niños de tres años por maestro en educación infantil, incluyendo a todos los que tienen necesidades educativas especiales en la misma aula y sin ningún apoyo. Por supuesto que se seguirá priorizando que los niños recién llegados de otros países acudan a la escuela pública incorporándose en el curso que les toque por edad y que la concertada siga siendo el lugar al que van los niños de «buenas» familias, podemos estar seguros de que esta táctica también dará sus frutos. A lo largo de toda la educación podemos favorecer el que los alumnos se enganchen priorizando el que aprendan a usar Internet y los ordenadores antes de haber leído un solo libro o haber subido un solo monte. También será de gran ayuda seguir bombardeando a los niños con todo tipo de mensajes publicitarios en televisión, radio y prensa animándoles a que pidan a sus padres todo tipo de juguetes y alimentos envasados cargados de colorantes y conservantes. Para irles preparando lo mejor será que sigan proliferando para sus cumpleaños y vacaciones los llamados «centros de ocio infantil» donde pueden empacharse de coca-cola y gusanitos para luego reñir con sus amigos en las piscinas de bolas.

En la educación secundaria no hay que hacer mucho más de lo que ya se está haciendo: enviarles con 12 años a los institutos para que se sientan lo más perdidos posible, animarles a fumar y beber alcohol desde los 13 o 14 años y enseñarles que así podrán estar delgados y parecerse a los chicos y chicas que ven en las series de TV y en los anuncios. El 25 % de fracaso escolar es previsible que vaya aumentando.

Mientras tanto es importante que si algún niño o niña da síntomas de depresión o ansiedad no pueda ser atendido con la dedicación y tiempo necesarios, ni mucho menos por profesionales reconocidos. Seguir siendo uno de los dos únicos países de Europa donde la Psiquiatría Infantil no está reconocida por ley es muy aconsejable. Igual que seguir con unos recursos paupérrimos en la red de salud mental (de niños y de adultos) que hacen que si un niño cualquiera necesita 12 sesiones de psicoterapia para un trastorno de ansiedad probablemente solo vaya a recibir dos o tres, o que si tiene un déficit de atención el único tratamiento que se le vaya a ofertar sea la medicación.

Con todas estas políticas será sencillo que cada vez haya más adolescentes enganchados al alcohol, al tabaco, al Chat o a los videojuegos. Claro que como estos chavales abandonan la ESO y lo tienen difícil para trabajar no sé de donde van a poder sacar el dinero para ir al casino de vacaciones. Seguro que no se sorprenderán entonces si estos chavales terminan robando para poder permitirse que sus sueños se hagan realidad. Con lo cual también les recomiendo que destinen parte de los beneficios del Gran Casino de los Monegros a la construcción de más cárceles de menores, que como también saben ustedes producen pingües beneficios.

Por último, quiero insistir en que no se les ocurra invertir dinero en mejorar las condiciones de todos los trabajadores, ni en dotar de mejores medios las escuelas y la sanidad pública, ni mucho menos en cosas tan ridículas como favorecer el consumo responsable ni el amor a la tierra, porque ya sabemos que todo eso podría dar al traste con su fantástico proyecto de conseguir 25 millones de adictos, ya que ustedes piensan que este casino «va a ser el escaparate de Aragón ante el mundo». Qué pena.

Ibone Olza

Psiquiatra Infantil

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14 comentarios en “Madrid is not Las Vegas”

  1. Pingback: Un año de blog feminista « Ibone Olza

    1. Gracias Ileana. En la blogosfera llevo ya mucho tiempo, un par de años como co-editora y colaboradora absolutamente anónima de un conocido blog donde escribí el primer año muchísimas entradas, je je, pero solo ahora he salido a firmar mi blog con nombre y apellidos, todo tiene su tiempo de gestación…Un abrazo

  2. Una auténtica,clara y descripción del tema,granito a granito de arena,se llega a formar una duna,gracias por tu magnífica exposición y crítica absolutamente constructiva.

  3. Pingback: Madrid is not Las Vegas « Agua y Luz

  4. Extraordinario artículo. Podría llamarse también «Por qué la falta de límites y disciplina no es precisamente lo que forma jóvenes problemáticos y con problemas, sino todo lo que se aconseja a continuación»

  5. Querida Ibone, es siempre un placer leerte (en este caso, releerte) por la lucidez y buen tino que siempre exhibes en tus escritos.

    Como tú, espero que este despropósito no llegue a materializarse y que esos fondos se empleen en menesteres más serios y necesarios que los que hoy nos relatas.

    Besos seriotes,
    Lady Vaga.

  6. Ya me gustaría ver 20-22 niños por aula en educación infantil. En la Comunidad de Madrid, en el cole de mis hijos son 28 niños de 3 años por aula. Sin pañales, por supuesto, quitados a la fuerza a muchos, para que la puericultora, en vez de cambiar pañales se dedica a llamar a los padres cuando los niños se han hecho pis y caca encima. Qué ridículo, no?. Mientras tanto seguiré llevando a mis hijos al monte, y a sacar libros de la biblioteca.

    1. A group of 20 academics and authors have recently complained in The Daily Telegraph that the Early Years Foundation Stage – the curriculum for childcare settings providing pre-school education for under-fives – was “putting premature emphasis on cognitive learning” and is in danger of “over-assessment and excessive monitoring”.

      This is untrue and it will cause unwarranted confusion among parents about the quality of formal childcare. The Early Years Foundation Stage is a play-based curriculum. Childcare staff are not trying to create an army of John Stuart Mills, learning Greek by rote at age three. Actually, the real problem with formal childcare is that not enough families can afford to use it.

      The truth is, we need more children benefiting from formal childcare: a wealth of US and UK evidence shows it improves educational standards and enhances parental income in the short- and long-term, thereby reducing the chances of poverty. This week the SMF launched its National Childcare Contribution Scheme as a way of making formal childcare more affordable. It is a “use now, pay later” scheme for parents, and would be costless to government.

      Despite its importance, formal childcare is the only part of the education system that is out-of-reach for too many families. In polling for our report, 55 per cent of parents thought childcare was too expensive. It is the poorest children, in particular, who are less likely to use it: only 43 per cent of the poorest 2 year olds have formal childcare compared to 72 per cent from the richest families.

      The affordability of childcare is set to worsen in the years ahead thanks to rising costs and declining state support for childcare, especially through tax credits.

      In our previous report, The Parent Trap, we found that low-income parents are likely to have to find 62 per cent more in today’s prices from their own pocket in 2015-16 compared to in 2006-07 to pay for childcare. An urgent solution is needed to help families.

      Our National Childcare Contribution Scheme is a way to achieve this. It will help parents smooth the high costs they face over a longer period of time, when they are benefiting from being back in work. Under the scheme, parents will be able to access financial support from government, capped at £10,000 in total, to pay for childcare for any of their children under school-age. The main earner in the household only pays this money back when they are earning above the personal tax allowance and contributes 6 per cent of their gross income. These contributions end when they have paid in full or after 20 years, whichever is first.

      Since government recovers the support through parental contributions, and any shortfall from the small number of lower earners not paying in full is made up through applying an interest rate to the amount parents drawn down, this scheme is self-financing.

      When YouGov asked parents what they thought of the idea, 57 per cent of those who expressed an opinion said it was a good idea. Over a quarter of all parents said they would be likely to use the scheme. The SMF wants formal childcare to be a universal, high-quality part of Britain’s education system. Doing this is the key to delivering more economic growth and social justice.

      So instead of focusing on the misleading idea that the Early Years Foundation Stage is forcing children to sit at desks all day learning to read and write, debate needs to move onto examining the problem of – and potential solution to – the childcare affordability crisis. With public finances limited, the National Childcare Contribution Scheme offers a real hope of giving all children a better beginning.

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      About the author

      Ryan Shorthouse is a Researcher at the Social Market Foundation

  7. Muy lúcida, Dra Olza, como siempre. A veces es imposible tratar de entender qué es lo que piensan quienes toman decisiones como esta. Igual no piensan. Qué tristeza.

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